El matrimonio entre Sofía y Juan Carlos I nunca ha sido disuelto oficialmente, ya que un divorcio en la Casa Real española habría sido muy mal visto, especialmente después de las diversas controversias que envolvieron al rey emérito. Aunque han mantenido la apariencia de un matrimonio convencional, desde hace mucho tiempo se sabe que su relación carecía de sinceridad. Tanto Sofía como Juan Carlos no deseaban realmente casarse el uno con el otro. En el caso de Sofía, siempre estuvo enamorada de otro hombre, pero este nunca le correspondió como ella deseaba.

Durante los años de su matrimonio, mientras se mantenían las formas ante el público y la familia real, Juan Carlos I mantuvo relaciones con varias mujeres. Entre los nombres más mencionados se encuentran los de Corinna Larsen y Bárbara Rey, aunque fuentes cercanas al monarca aseguran que estas son solo algunas de las muchas mujeres con las que tuvo vínculos extramatrimoniales. Estas mismas fuentes hablan de cientos o incluso miles de aventuras a lo largo de su vida. Sin embargo, el rey emérito se encargó de ocultar estas relaciones utilizando dinero público, lo que le permitió comprar el silencio de estas "amigas entrañables" y evitar que las noticias sobre sus romances se hicieran públicas.

Juan Carlos I

Uno de los episodios más conocidos de las relaciones amorosas de Juan Carlos I tuvo lugar entre 1979 y la década de 1990. Se dice que esta aventura fue una de las más largas, y la mujer en cuestión, que nunca fue identificada públicamente, recibió una asignación mensual que, en su inicio, era de un millón de pesetas (alrededor de 6.000 euros), cantidad que provenía de los fondos reservados destinados a la Presidencia del Gobierno. Esta información fue revelada por el coronel Amadeo Martínez Inglés, quien detalló que la asignación aumentó en 1985 a dos millones de pesetas (12.000 euros), pagados con dinero público.

Juan Carlos I pagaba a sus amantes para mantenerlas calladas 

Según el coronel Martínez Inglés, este tipo de gastos eran comunes en esa época, pues los gobiernos democráticos que sucedieron al régimen franquista destinaban cantidades considerables de dinero a todo tipo de actividades opacas, desde la financiación de operaciones clandestinas hasta el mantenimiento de relaciones extramatrimoniales de altos cargos. Los fondos reservados se utilizaban para pagar favores, silenciar a confidentes y ocultar comportamientos comprometidos, como en el caso de las aventuras del rey emérito.

En 1994, Juan Carlos I decidió poner fin a esta relación, lo que también significó el cese de la asignación mensual a su amante. Sin embargo, esta mujer no estaba dispuesta a aceptar el fin de la relación sin recibir una compensación económica, y comenzó a chantajear al rey, amenazando con hacer públicos unos vídeos íntimos de sus encuentros. Esta situación alarmó a la Casa Real, aunque no era la primera vez que el monarca se enfrentaba a una amenaza de este tipo. Manuel Prado y Colón de Carvajal, uno de los hombres de confianza de Juan Carlos I, intervino para solucionar la crisis. Se llegó a un acuerdo con la mujer: los vídeos serían guardados en una caja fuerte bajo estricta custodia, y ella continuaría recibiendo la asignación mensual de dos millones de pesetas.

Juan Carlos I

Sin embargo, cuando José María Aznar llegó al poder en 1996 y revisó los fondos reservados de la Presidencia del Gobierno, decidió eliminar esa asignación, lo que provocó que la mujer volviera a lanzar amenazas. En esta ocasión, exigió una suma mucho mayor: 100 millones de pesetas (aproximadamente 600.000 euros) como pago final por su silencio. En total, se estima que a lo largo de los años, esta amante llegó a recibir más de 500 millones de pesetas (unos 3 millones de euros) a cambio de mantener su relación en secreto y no divulgar los comprometedores vídeos.

Este episodio es solo uno de los muchos que han salpicado la vida amorosa del rey emérito, cuyos vínculos extramatrimoniales y el uso de dinero público para ocultarlos han generado gran controversia y críticas hacia la monarquía española. A pesar de ello, Juan Carlos I ha mantenido su estatus en la historia reciente de España, aunque su figura sigue siendo objeto de escrutinio público.