En los últimos años, los problemas de salud en la monarquía española han generado gran preocupación y han sido ampliamente cubiertos por la prensa. Juan Carlos I, el antiguo rey de España, se encuentra en un estado de salud cada vez más precario, dependiendo casi por completo de su bastón, una silla de ruedas y el personal que lo asiste las 24 horas del día. Sin embargo, no es el único miembro de la familia real que enfrenta los desafíos de la vejez. La reina emérita Sofía, quien durante mucho tiempo ha gozado de buena salud, también ha comenzado a mostrar signos de desgaste.
Este año, antes de su tradicional estancia en Marivent, Sofía tuvo que ser ingresada de urgencia en la clínica Ruber de Madrid, un hecho que sorprendió a muchos, dado que siempre se ha mostrado fuerte y comprometida con sus deberes hasta el final de sus días. Aunque este episodio se debió a una infección de orina que, por fortuna, no pasó a mayores, fue un recordatorio de que, a pesar de su resistencia, el tiempo no perdona.
La reina Sofía ya ha trasladado sus últimas voluntades a sus hijos
Además, la reina emérita ha estado rodeada de señales que la han llevado a reflexionar sobre su propia mortalidad. La fragilidad de su hermana, Irene de Grecia, quien ha mostrado un notable deterioro físico y cognitivo, y la reciente pérdida de su hermano Constantino tras sufrir un derrame cerebral, han sido duros golpes que han influido en su perspectiva. Asimismo, los conflictos familiares también le han generado un desgaste importante, tanto físico como mental.
Consciente de que su salud podría deteriorarse en cualquier momento, Sofía ha tomado una decisión que sorprende por su determinación y claridad: ha dejado por escrito sus últimas voluntades. La madre del rey Felipe VI, siempre decidida y meticulosa, ha querido asegurarse de que no habrá confusión ni disputas entre sus hijos cuando llegue el momento de su fallecimiento. Estas instrucciones no solo reflejan su carácter fuerte, sino también su deseo de evitar cualquier carga emocional adicional a su familia.
Sofía no quiere estar con Juan Carlos I para toda la eternidad
Uno de los aspectos más llamativos de sus voluntades es su decisión de no ser enterrada junto a su esposo, Juan Carlos I, en el Panteón de los Reyes en el Escorial, siguiendo la tradición de los Borbón. En lugar de esto, Sofía ha expresado su deseo de ser incinerada y que sus cenizas sean esparcidas en el mar Egeo, en una ceremonia discreta y lejos del boato y la pompa que suele acompañar a los funerales reales. Para Sofía, el Egeo no es solo un lugar geográfico, sino un símbolo de sus raíces, de su conexión con Grecia, su tierra natal, a la que quiere volver en su descanso eterno.
Esta decisión contrasta fuertemente con las aspiraciones de Juan Carlos I, quien, a pesar de los escándalos y el declive de su imagen pública, sigue aspirando a ser enterrado en el Escorial, junto a los grandes monarcas españoles. El antiguo rey desea un homenaje póstumo que rivalice con el de la reina Isabel II de Inglaterra, un deseo que refleja su apego a la tradición y su anhelo de ser recordado con grandeza, pese a la controversia que ha marcado su reinado.