La reina Sofía es una figura notable. Desde su matrimonio con Juan Carlos y su llegada a la residencia de Zarzuela, la madre de Felipe VI ha experimentado una sensación de soledad. Afortunadamente, ha contado siempre con el invaluable apoyo de su hermana, Irene de Grecia. Irene llegó a Madrid hace más de cuarenta años, inicialmente con la intención de quedarse solo unos días, pero finalmente decidió establecerse allí. Se le asignó un espacio propio, ubicado cerca de los vestuarios de la piscina. Actualmente, Sofía vive con ella en esta área.
La relación entre Sofía e Irene ha sido muy estrecha desde la infancia. Comparten numerosos intereses y aficiones. Ambas son muy solidarias y participan activamente en proyectos humanitarios. Además, tienen un fuerte vínculo con la espiritualidad: son vegetarianas, practican la meditación y creen en las terapias naturales. También sienten una profunda conexión con el esoterismo y lo desconocido, un interés que Irene mostró desde pequeña. De hecho, cuando tenía cuatro años, Irene le dijo a la Reina Federica: “Mamá, te conozco desde antes de nacer, estaba con el Niño Jesús y te vi aquí abajo, y le dije: ‘esa es la mujer de la que quiero nacer’”.
La pasión familiar de la reina Sofía por los ovnis
Este interés por lo esotérico les fue inculcado por su madre, la reina Federica, quien mencionó esta inclinación en sus memorias de 1971. Los padres de Sofía prometieron que, cuando uno de ellos falleciera, se comunicarían desde el más allá. Así lo hicieron durante toda la vida de Federica. Tras la muerte de su esposo Pablo, Federica dedicaba una hora diaria a contactarlo. Esta afición de Federica por el esoterismo era tan evidente que incluso Franco le advirtió que debía callar sobre estos temas para no perjudicar a su familia.
La reina Sofía también tiene un profundo interés en el mundo esotérico, incluyendo la existencia de ovnis, la quiromancia y el ocultismo. Mantiene una estrecha relación con J.J. Benítez, un experto en ufología, quien en 1980 le regaló una enigmática piedra de Ica, supuestamente grabada con mensajes extraterrestres. Esta piedra, que se colocó cerca de la piscina, todavía se conserva en su residencia.
En resumen, la reina Sofía y su hermana Irene comparten no solo lazos familiares y afectivos, sino también un profundo interés por la espiritualidad y el esoterismo, una inclinación que ha sido parte de su vida desde la infancia y que ha moldeado su perspectiva del mundo.