La reina Sofía ya no puede más, está demasiado cansada. En los últimos meses ha mostrado un empeoramiento en su estado anímico. La emérita ha hecho frente a uno de los años más complicados. Cada vez es más mayor y ha tenido que despedirse de algunos seres a los que tenía un gran cariño. Ella siempre ha sido una persona muy familiar, y en este tiempo se ha tenido que despedir por sorpresa de su hermano Constantino. Pero en cierto modo, también de su hermana Irene. Tan solo seis meses después del fallecimiento de su hermano, se desvelaba que la tía Pecu padecía Alzheimer y la enfermedad estaba empezando a hacer estragos en ella. De hecho, el pasado domingo reapareció por primera vez en silla de ruedas, con el rostro demacrado, más delgada y la mirada perdida. Según su círculo más íntimo, ya casi no conoce a nadie, ni tan siquiera a su propia hermana. Entre tanto también se ha despedido de su primo, y de dos de sus sobrinos, los hermanos de la infanta Pilar.
A Sofía ya no le queda prácticamente ningún motivo para sonreír. Solamente sus nietos. Sin embargo, por culpa de Letizia tiene que ver a la familia desestructura. A ella le encantaría reunirse con ellos, pero es imposible. La reina no quiere que Leonor y Sofía se junten con los Borbón, ni en público ni en privado. Le ha costado mucho retirarles ese apellido.
La reina Sofía se siente cada vez más sola
El año pasado, la reina Sofía pidió a sus hijos reunirse con sus ocho nietos en Marivent, un lugar donde encuentra paz y tranquilidad y en el que la familia ha pasado tan buenos momentos. Todos estaban de acuerdo, incluso Felipe, pero sabía que Letizia no querría. La emérita recibió a sus nietos a cuentagotas, por días, separados.
Es el único sueño que le queda por cumplir a la reina Sofía que ya empieza a notar las consecuencias de su avanzada edad. Se encuentra más débil, vulnerable, ha perdido movilidad, y también ha presentado algunos olvidos. Sabe que su final está cada vez más cerca, y verse tan sola solo merma su salud. Se la ve muy triste, en más de un acto ha roto a llorar por la situación. Algunas personas de su entorno se atreven a hablar de depresión. La reina Sofía necesitaría urgentemente de profesionales en salud mental.
Los veranos en Marivent no han vuelto a ser tan felices como antaño, ya casi viene por obligación, pero no es feliz. Ni tan siquiera el resto de nietos y hijos la pueden visitar cuando ellos quieran. Si por lo menos las semanas que están Felipe, Letizia y las niñas las pasaran de verdad con ella sería diferente.