Sofía de Grecia ha desempeñado su rol como reina con un firme sentido del deber y una entrega inquebrantable a la institución monárquica, anteponiéndola incluso a los vínculos familiares más cercanos. A lo largo de su vida, ha mantenido una imagen pública de discreción y compromiso, y aun después de adquirir el título de reina emérita, no ha renunciado a la autoridad simbólica que conlleva su posición. De hecho, se ha antepuesto ante todo. Esta semana reapareció tras las fotografías de su nieta en bikini y de la demanda de su marido a Miguel Ángel Revilla, siempre con una sonrisa como respuesta a cualquier pregunta. Sabe muy bien cual es su sitio. Su comportamiento continúa regido por una férrea disciplina institucional, exigiendo respeto y protocolo incluso en el ámbito familiar. Se podría decir que para ella ser reina ha sido, y sigue siendo, más importante que ejercer su rol como madre o abuela.

Juan Carlos y la reina Sofía conversando / EFE
Juan Carlos y la reina Sofía conversando / EFE

La figura de Sofía ha estado siempre rodeada de un halo de privacidad, algo que también caracteriza al actual rey Felipe VI y a su esposa, la reina Letizia. Ambos han optado por mantener una cierta distancia con el público, proyectando una imagen más reservada que emocionalmente cercana. Aunque en los medios de comunicación se ha especulado mucho sobre las tensiones entre Letizia y Sofía, ha salido a la luz un detalle que sugiere que podrían tener más en común de lo que se creía. A pesar de sus diferencias, las dos mujeres comparten un hábito que ha pasado desapercibido durante años: ambas llevan cigarrillos en sus bolsos.

La reina Sofía no puede dejar de fumar 

Este pequeño gesto revela una forma particular de lidiar con el estrés. Letizia, comprometida con la imagen de una vida saludable, ha mantenido en secreto su inclinación a fumar esporádicamente, especialmente en momentos de presión. En el caso de Sofía, también se ha sabido que disfruta ocasionalmente de un cigarro, preferiblemente después de una comida y en un ambiente tranquilo y familiar. Aunque no se considera una fumadora habitual, sí reconoce que le gusta permitirse ese placer de forma ocasional.

Según el libro Doña Sofía. La Reina habla de su vida, escrito por los periodistas Carmen Enríquez y Emilio Oliva, la madre de Felipe VI llegó a fumar hasta diez cigarrillos al día en su juventud. En ese entonces, como muchas jóvenes de su época, comenzó a fumar para aparentar madurez. Esta afición incluso se ha trasladado a generaciones más jóvenes, como su nieta Victoria Federica, quien habría comenzado a fumar antes de la mayoría de edad.

Además, no es la única figura real que ha tenido una relación con el tabaco. El rey emérito Juan Carlos también fumaba, especialmente puros, los cuales disfrutaba tras comidas en compañía de amigos. Aunque afirmó haber dejado el tabaco cuando Sofía lo hizo, en realidad simplemente cambió los cigarrillos por los puros. Hoy en día, por prescripción médica, debería haberlos dejado, aunque se dice que continúa recibiendo cajas de puros con frecuencia. Por ello se ha sometido a un tratamiento para poder vencer a esta adicción que la acompaña durante 70 años.

Reina Sofía / Europa Press
Reina Sofía / Europa Press