El pasado siempre vuelve. A Letizia la perseguirá toda la vida una imagen patética: la reina tensionada, con el cuerpo echado hacia adelante a punto de golpear a su suegra en público, enfrentándose a la octogenaria Sofía, en la Catedral de Palma al acabar la Misa de Resurrección del Domingo de la Semana Santa de 2018. Leonor dio un manotazo a la yaya, apartándola. Letizia nunca se podrá recuperar de aquella imagen de choni. No era una reina, era una latin queen.

Letizia a punto de agredir a Sofía, Pascua 2018, twitter

Cada Semana Santa la mujer del jefe del Estado vive con amargura aquel recuerdo y este año, para evitar hacer escenas de teatro con su suegra disimulando que la detesta y que le repugna, ha ido a saco: Letizia se niega a poner un pie en la isla de Mallorca. La Familia Real ya sólo la integran cinco personas, echado el emérito, pero en realidad son 4+1: la reina emérita Sofía queda sola en la isla por Semana Santa mientras Leonor, la infanta Sofía y los reyes Felipe y Letizia viajen a un rincón de mundo que España paga pero ignora. Sofía ha dicho ah sí, pues el primer acto oficial lo hago en... la Catedral de Palma. La primera en la frente:

La reina Sofía vuelve a la Catedral, EFE

La reina Sofía, para no estar tan sola en un palacio enorme como Marivent en plena ola de viento, frío y nubes en el Mediterráneo, calienta el palacio e invita a la fantasmagórica hermana Irene, que vive de gorra de España. Fueron al concierto "Un canto a la esperanza" a beneficio de Proyecto Hombre Baleares, con La Orquesta Sinfónica de las Islas Baleares. Sofía iba vestida y enjoyada como siempre, parece una pitonisa, una tarotista de madrugada en las TV:

Sofía de Grecia en Mallorca, GTRES

El look inadecuado para un acto de gala de noche es calificado como mínimo de "sorprendente" por la prensa royal, amable y acrítica como Vanitatis:  "Sorprendió ciertamente la imagen que ofreció la madre del rey Felipe en esta velada musical y nocturna. Sin salirse mucho de los parámetros a los que nos tiene acostumbrados, con pantalón negro y dando el color con la parte superior y los complementos, sí llamó la atención la originalidad de su chaqueta. Se trataba de una prenda de inspiración oriental, tipo kimono, en color negro y ocre, con un estampado de flores desdibujadas. Al no llevar botones, utilizó uno de los broches de su colección, en forma de libélula, para cerrarla". Menudas pintas. Al andar hace más ruido que el cascabel de un gato con tantos colgantes y bisutería: "No faltó esa característica mezcla de pulseras de diferentes tipos, piedras y materiales". Y dos velas negras.