La relación de los Borbones con los animales es curiosa. Sus miembros, o cuando menos una parte importante, siempre han sentido devoción por una especie en concreto: los perros. Con el resto la cosa no ha sido tan idílica. Sobre todo por su afición a matarlos en cacerías o ver cómo los asesinaban en plazas de toros. Sí, seguro que muchos de los lectores ya tienen a alguien en la cabeza: Juan Carlos. El emérito huido ha matado bestias de todo tipo por todo el mundo y de formas salvajes y aberrantes. Eso sí, el karma le devolvió la jugada en Botsuana, marcando el fin de sus días como rey de España tras abatir un elefante y celebrarlo con una juerga de consecuencias casi fatales junto a su amante Corinna. Ahora bien, con los considerados como mejores amigos del ser humano cambiaba la tortura por cariño, compañerismo e incluso negocio.
Negocio, sí. Hace un tiempo explicamos a través del cronista real Jaime Peñafiel el empleo oculto del monarca en cuestiones caninas: criador de Golden Retrievers con pedigrí. Los regalaba y los vendía según consideraba oportuno. Al periodista, por ejemplo, le cobró 2.000€ por uno de ellos. Y eso que Peñafiel era amigo, confesor, colega. La anécdota la vuelve a recordar Pilar Eyre en su último vídeo en Youtube, añadiendo más datos. Uno que es un poco durillo para el escritor, porque no estaba entre los escogidos: "En la Vall d'Aran decían que la mitad de los perros pastores venían de Juan Carlos. Cuando regalaba uno nadie se atrevía a rechazarlos. Solo el escritor José Luis de Vilallonga lo hizo". También los hacía participar en concursos. ¿Y qué pasaba? Que siempre "se llevaba los primeros premios". Casualidades de la vida.
Pilar Eyre analiza la relación de los Borbones con los perros
Eyre es una gran amante de los perros y una defensora a ultranza de la adopción. Hace poco perdió a sus últimos compañeros, Dana y Fender, pero la alegría ha vuelto a su hogar con Brody, quien le ha acompañado durante la crónica youtuber. Un relato en el que no salen Letizia ni Leonor ni la infanta Sofía, porque la reina destensa los animales. Felipe, sin embargo, siempre ha convivido con ellos. En Zarzuela ha habido muchos, de raza y sin ella. Animales que han sido testigos de las alegrías familiares, pero también de las miserias y mezquindades más grandes. Sofía de Grecia encontró en ellos la compañía, comprensión y calor que le negaba su marido. Un marido infiel desde hace muchas décadas, y que también prefería acariciar animales que a su esposa. Bueno, de hecho cuándo pasaba la mano por Archie, uno de sus famosos pastores alemanes, también tenía tiempo para flirtear con otras mujeres, como Lady Di. Pero lo que es más fuerte y desconocido es que fue gracias a uno de los perros del Borbón, el Moro, que Sofía supo que vivía una simulación. Que su marido era un mujeriego y un mentiroso. Ella, Felipe y el resto de la casa.
Un perro destapó la primera deslealtad de Juan Carlos en Sofía
Corremos atrás en el tiempo hasta el año 76, una eternidad. "Un perro lo delató delante de la reina Sofía. Ella supo que estaba con otra mujer cuando llegó a una casa y vio que estaba su perro en la puerta. No podía disimular". Allí la emérita conoció a su marido. Se suponía que Juan Carlos se había marchado a cazar con unos amigos, pero los trofeos no eran ciervos o perdices, ya nos entendemos. Aquello marcó un punto de inflexión, la relación conyugal nunca fue la misma. Sofía se quedaba sola, acompañada únicamente por sus amigos de cuatro patas. Concretamente unos pequeños Lhasa Apso, de origen tibetano, que tomaron partido por su ama contra el infiel Juan Carlos. "Cuando la reina comenzó a sufrir por culpa de Juan Carlos (porque primero ella no se enteraba de las infidelidades), sus perros desarrollaron odio por los de su marido. Las escasas veces que se veían, los pequeñajos se tiraban contra los suyos como diciendo "no os acerquéis". Si tenían que hablar (prácticamente no lo hacían), había que apartarlos porque los de Sofía se tiraban a la yugular".
Amores perros en Zarzuela. Ella "nunca lo haría", pero él...