Había un personaje de dibujos de hace muchos años que los de 40 años para arriba recordarán que siempre se utilizaba como referente para decir de una mujer que era controladora, severa y excesivamente rígida. La "Señorita Rottenmeier", la institutriz de la familia Sesseman, que se ocupaba de Clara, la niña que estaba en silla de ruedas, y que se ve trastornada con la llegada de la pequeña Heidi.

A la reina Letizia la pintan a menudo como una reencarnación suya. Ella no tiene una Clara y una Heidi bajo su tutela. Tiene una Leonor y una Sofía. Dicen de la reina que controla excesivamente lo que comen, prohíbe que tengan móvil, las obliga a que lean literatura culta, no les deja comer ni bollería industrial ni dulces, las separa siempre que puede de su abuela paterna, es sobreprotectora, y un largo etcétera. De hecho, las malas lenguas dicen que el rey Felipe ni pincha ni corta en la educación de sus hijas y que todo lo controla la madre de las criaturas.

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Cuestionada por su carácter perfeccionista, siempre queda en desventaja comparada con su suegra, una reina Sofía que tiene una imagen más positiva por parte de los ciudadanos. La revista Vanitatis se pregunta si "¿realmente fue tan diferente de Letizia cuando sus hijos eran pequeños?" y recuerda algunos detalles que pueden aportar un poco de luz para que juzguen ustedes mismos.

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La muestran como una "progenitora firme, preocupada por sus hijos, y con cierta predilección por el príncipe Felipe, a quien muchas veces consentía". La reina ordenó que en todo momento hubiera un ayudante que acompañara al niño en cualquier actividad que tuviera lugar fuera de la Zarzuela "para tener un elemento de contacto y observación próximo en la zona". Es decir, un chivato. No así con las infantas. Siempre pendiente del niño de la casa, un día calló cuándo lo vio aparecer con una gran jarra de cerveza con 13 años. Y cuando Felipe fue a estudiar a Canadá, lo acompañó y durante todo el vuelo le estuvo leyendo la cartilla sobre cómo debía comportarse en su ausencia.

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Se subía por las paredes cuando alguien la desautorizaba en cualquier cuestión referida a los hijos. ¿La filosofía que utilizaba con ElenaCristina y Felipe? "La fórmula del premio y el castigo. Castigos leves, pero que les fastidiasen un poquito: 'Anda, vete al cuarto de baño y piensas un rato, hasta que te arrepientas de lo que has dicho; entonces, vienes y pides perdón' o 'Tú este sábado te quedas haciendo los deberes y no ves la película', o 'La merienda con tus amigos queda suspendida, avísales y diles que por tu culpa no pueden venir porque estás castigado'".

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¿Y qué hacía mientras tanto Juan Carlos? El rey emérito ya apuntaba maneras de rey campechano y amante de las fiestas y el portal recuerda una anécdota al respecto, cuando un verano donde los tres hermanos, recién entrados en plena adolescencia, quisieron ir a la discoteca. Sofía se negó en redondo. Pero JC insistió ("Sofi, déjales ir. No les va a pasar nada") y la acabó convenciendo. Quizás después utilizó la misma fórmula con su mujer cuando quería marcharse de cacería o con alguna amiga: "Sofi, déjame ir. No me va a pasar nada".