La reina Sofía no atraviesa uno de sus mejores momentos. El año pasado falleció su hermano Constantino de Grecia, una muerte inesperada para ella, y tan solo unos meses más tarde se confirmó que su otra hermana, su alma gemela, padecía Alzheimer. La emérita se ha quedado totalmente sola, ya que su familia se ha resquebrajado totalmente. Desde el caso Nóos y la abdicación de Juan Carlos, Felipe y Letizia se vieron en la obligación de separarse de los Borbón. Desde entonces públicamente, la familia no se ha vuelto a juntar. En los últimos meses, tal vez por la pérdida de poder de la reina, los Borbón se han vuelto unir para varios acontecimientos familiares.
La emérita ha pasado el verano en Marivent, pero en esta ocasión menos tiempo del habitual, ya que ella está mayor y no puede hacerse cargo de Irene sola, tienen que desplazar a demasiado personal sanitario. Tampoco viaja a Londres, ya que su hermano ha fallecido. Pasaba largas temporadas en Reino Unido con tal de no ver a Letizia por palacio. Es un sitio en el que encontraba paz y tranquilidad y se sentía siempre muy bien recibida. Ahora ni tiene familia ni su hermana Irene puede hacer esos viajes.
La reina Sofía huía de Zarzuela cuando no tenía compromisos para no ver a Juan Carlos
Hubo unos años en los que la reina Sofía viajaba muy a menudo a Londres y a París para comprar. Especialmente en la época navideña. Entraba en los almacenes Harrods y en las Galerías Lafayette, siempre con la tarjeta de Juan Carlos.
La reina Sofía viajaba en un coche oficial hasta Torrejón de Ardoz, donde despegaba su avión privado. Siempre que llegaba a Londres salía con unas gafas de sol y un pañuelo para no ser reconocida. De esta forma evitaba que las cámaras la persiguiesen y se hiciese pública la noticia. Además, era en aquellos años en los que había muchos rumores sobre el matrimonio de los eméritos.
Era una afición que se convirtió en un verdadero vicio. En cada uno de sus viajes se gastaba miles de euros. Los que la conocen bien dicen que “la reina Sofía es adicta a las compras”. Se gastaba todo su sueldo. Podría ser por la depresión que ha sufrido durante estos 40 años por las infidelidades de Juan Carlos o el trato de su hijo y la ruptura familiar. Se refugiaría en las compras para llenar ese vacío. Pero es una sensación de felicidad que desaparece en unos minutos, cuando su personal cuelga las bolsas en sus armarios. Vuelve a la cruda realidad.