La Reina Sofía se siente observada. Analizada. Vigilada. Seguramente no se equivoca: los primeros en controlarla con mano de hierro son su hijo Felipe y la nuera Letizia. Las vacaciones en Mallorca fueron complicadas, encerrada en Marivent mientras su prole se paseaba por las islas y el marido Juan Carlos, ausente e infiel, disfrutaba (y disfruta sine die) del exilio dorado de Abu Dhabi. Quizás por eso ya no confía ni en su sombra. Y mucho menos en su escolta. En cualquier momento le clavan un puñal por la espalda. Por ejemplo, robarle el móvil, donde podría guardar más secretos oscuros de los habitantes de Zarzuela, o incluso recibir la llamada de Juanito diciéndole: "Sofi, que no vuelvo".

Sofía mirada Juan Carlos GTRES

Rey Felipe con la Reina Sofía GTRES

El caso es que se ha presentado en el Banco de Alimentos de Toledo con un par de detalles que han llamado la atención: uno, que no lleva el anillo de casada. El segundo y más estrafalario, y que hace pensar que chochea a sus 81 años: una correa para llevar el terminal colgando del cuello. El accesorio y la funda del teléfono, sobre su vestido verde chillón, da cosita. Más que una Reina, parece una turista de viaje del IMSERSO. La estampa es tan curiosa como cutre, y destila desconfianza hacia el entorno y el séquito que le rodea. No puede ni dejarle el móvil a nadie: el ecosistema de la Corona parece lleno de manguis y oportunistas.

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Reina Sofía móvil colgando GTRES

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La vejez de la monarquía española avanza a la velocidad de la luz. "Quién te ha visto y quién te ve".