La reina Sofía se casó con Juan Carlos no por amor, sino por obligación o resignación. Estaba perdidamente enamorada de Harald de Noruega, un buen amigo suyo y la primera opción de su madre, la reina Federica. Sin embargo, Harald solo utilizó la relación para fortalecer su vínculo con su actual esposa. Sin otra alternativa, Sofía se casó con Juan Carlos, el futuro padre de sus hijos. A pesar de sus esfuerzos por amarlo, Juan Carlos la despreciaba profundamente. Todo el resentimiento que sentía hacia su propio padre, Juan de Borbón, lo volcaba en Sofía.
Mientras Juan Carlos mantenía una relación sentimental con Olghina de Robilant, una periodista y escritora, le fue infiel a Sofía en innumerables ocasiones, se estima que hasta en 5.000. Su única motivación para mantener relaciones íntimas con Sofía era concebir un heredero varón. Sin embargo, sus primeros dos hijos fueron niñas, Elena y Cristina, lo que frustró a Juan Carlos, quien incluso consideró cambiar la Constitución para permitir que una mujer heredara el trono, como Felipe y Letizia hicieron años más tarde con Leonor tras el nacimiento de Sofía.
En 1967, mientras Juan Carlos disfrutaba de un baile, Sofía conversaba con una amiga del rey. La reina se lamentaba de su incapacidad para concebir un varón, expresando su desesperación ante la situación: “No hay derecho… Vosotros, que os da igual, tenéis dos chicos y, sin embargo, nosotros, que tanto necesitamos un varón, dos niñas…”. Temía que la monarquía española cayera para siempre si no lograba tener un hijo varón. Declaraba con resignación que, debido a las dificultades en sus anteriores partos, esta era su última oportunidad de quedarse embarazada y dar a luz a un heredero.
Finalmente, tras muchos intentos y consultas médicas, nació Felipe. No fue un proceso sencillo, y se cree que Sofía podría haber tenido hasta cuatro hijos con Juan Carlos, pero sufrió un aborto natural poco después de casarse, lo que en realidad fue diagnosticado como apendicitis en Grecia, según Pilar Eyre.
Juan Carlos y Sofía engendraron un hijo, pero la emérita abortó
Durante un período de crisis, Sofía viajó a Atenas para refugiarse de las infidelidades de Juan Carlos, dispuesta a romper su matrimonio. Fue su primer intento de divorcio, pero fue disuadida tanto por su madre como por el Parlamento griego. El diputado Elías Bredimas exigió que, si se separaba, debía devolver su dote de nueve millones de dracmas al pueblo griego, por lo que Sofía decidió regresar a Estoril junto a su infiel esposo.
El nacimiento de Felipe fue un gran alivio, aunque Sofía había dado a luz a Cristina y Elena primero. La presión para tener un varón era intensa, tanto por parte de su madre, Federica, como de la reina Victoria Eugenia. Le decían: “Ahora un niño... Solo con un niño desbancaréis al primo Alfonso, que conspira por el trono”, “un niño, debéis tener un varón... ¡Basta de niñas!”.
Cuando Felipe nació, Juan Carlos le susurró a Sofía: “todo hecho”. Con ello, la misión de procrear un heredero estaba cumplida, y ya no mantuvieron más relaciones íntimas. La vida de Sofía estuvo marcada por los deberes monárquicos y personales, y su matrimonio con Juan Carlos, lejos de ser una unión de amor, fue una serie de compromisos y sacrificios para asegurar la continuidad de la dinastía.