La reina Sofía atraviesa un periodo complicado y marcado por la tristeza. La madre del rey Felipe VI estaría enfrentando un estado emocional delicado, posiblemente relacionado con una depresión, tras los duros acontecimientos que ha vivido en los últimos años. El paso del tiempo es visible en su aspecto, y parece más consciente que nunca de que se encuentra en la etapa final de su vida. A este sentimiento de soledad se suman las dolorosas pérdidas familiares recientes. La muerte repentina de su hermano Constantino, a causa de un derrame cerebral, fue un duro golpe. Además, su hermana Irene, con quien mantenía una estrecha relación y a quien considera una compañera inseparable, sufre Alzheimer en un estado muy avanzado, hasta el punto de que ya no la reconoce. Esta enfermedad ha deteriorado notablemente su salud, y Sofía prácticamente se siente sin familia cercana.
A pesar de las adversidades, la reina emérita se aferra a su papel dentro de la institución monárquica, que considera uno de los pocos pilares que le quedan. Sin embargo, en sus últimas apariciones públicas ha sido evidente su deterioro físico. Ha necesitado ayuda para caminar, y ha sufrido pequeños tropiezos, además de mostrar signos de pérdida de memoria, probablemente relacionados con su edad.
La reina Sofía no quiere ser enterrada al lado de Juan Carlos
Al igual que su esposo, el rey emérito Juan Carlos I, Sofía ha hecho los preparativos necesarios para el momento de su fallecimiento. Mujer profundamente religiosa, asume la muerte como una fase natural de la existencia y no rehúye hablar de ella. Ya ha dejado por escrito sus últimas voluntades, incluyendo sus deseos en cuanto a su entierro. En este punto, se ha desmarcado totalmente de su esposo. No desea ser enterrada en la Cripta Real del Monasterio de El Escorial, donde tradicionalmente descansan los restos de los reyes de España. Allí tampoco hay espacio disponible actualmente, pero su decisión va más allá de cuestiones logísticas: no quiere pasar la eternidad junto a un hombre que, según su percepción, nunca la amó ni fue fiel.
Su deseo es mucho más íntimo y simbólico. Le gustaría ser incinerada y que sus cenizas sean esparcidas en el mar Egeo, lugar donde nació y con el que guarda un profundo vínculo emocional. Esta voluntad fue confirmada por la periodista Pilar Urbano, quien compartió que la reina prefiere una despedida sencilla y acorde a sus raíces. En contraste, Juan Carlos I apuesta por un entierro con todos los honores, deseando reposar en suelo español, como corresponde —según él— a quien ha reinado. Así, incluso en la muerte, ambos seguirán caminos separados.