A sus 86 años, la reina emérita Sofía atraviesa uno de los momentos más difíciles de su vida. Tras haber encontrado un cierto consuelo en la presencia de sus nietos en Zarzuela, ahora enfrenta una soledad que la ha sumido en una profunda tristeza. La salida de sus nietos del palacio, impuesta por el rey Felipe VI y la reina Letizia, ha dejado a doña Sofía sin la compañía que había logrado devolverle algo de alegría en los últimos meses. La distancia con su familia y la enfermedad de su hermana Irene la han llevado a sentirse más sola que nunca.
Durante un tiempo, la presencia de sus nietos supuso un verdadero alivio para la reina emérita. Todo empezó cuando en septiembre de 2023, su nieta Irene Urdangarin, hija de la infanta Cristina e Iñaki Urdangarin, se instaló en Zarzuela tras fracasar en sus estudios en Suiza. La joven decidió tomarse un año sabático y se mudó a palacio.
Zarzuela se convierte en el hotel de los Urdangarin
Posteriormente sería el turno de su hermano Miguel Urdangarin. El joven sufrió una lesión mientras se preparaba para ser monitor de esquí y decidió ir a recuperarse a la Zarzuela, donde estaría atendido durante todo el día y en compañía de su hermana Irene y su abuela Sofía. Ya en verano, un tercer Urdangarin se sumó a la fiesta. Juan, que tuvo una crisis personal en Londres, también se instaló en palacio.
Sin embargo, la presencia de los nietos de Sofía en Zarzuela no fue bien recibida por el rey Felipe VI ni por la reina Letizia. Consideraban que el palacio no debía convertirse en una especie de hotel para familiares, y comenzaron a presionar para que los jóvenes se marcharan. Juan e Irene fueron los primeros en abandonar la residencia, mientras que Miguel iba pasando menos tiempo a medida que se recuperaba. Esta situación dejó a la reina Sofía con un gran vacío, sintiendo que su hogar se había vuelto aún más silencioso y solitario. Para colmo, tampoco le han hecho demasiado caso desde que se fueron. Apenas hay llamadas o mensajes. Y todo ello mientras van fotografiándose con Juan Carlos I en Abu Dabi en su fiesta de cumpleaños.
La reina Sofía se queda sola
Por si fuera poco, la relación con los reyes Felipe y Letizia tampoco es cercana. Aunque viven en el mismo recinto, sus agendas están repletas de compromisos y apenas tienen tiempo para compartir momentos con Sofía. Sus nietas Leonor y Sofía también están lejos, enfocadas en sus estudios y obligaciones. La reina emérita siente que cada miembro de la familia tiene su propia vida y que su presencia ha pasado a un segundo plano.
A este sentimiento de abandono se suma la preocupación por la salud de su hermana Irene, su gran pilar a lo largo de los años. Irene padece el mal del olvido, una enfermedad que ha deteriorado significativamente su estado y le impide moverse con facilidad. La reina Sofía ha asumido el rol de cuidadora, dedicándose por completo a su hermana, pero sin el apoyo de su familia más cercana, lo que ha agravado aún más su sensación de soledad.