La figura de la reina Sofía ha sido siempre una de las más respetadas y veneradas en las monarquías europeas. Sin embargo, detrás de su apariencia tranquila y apacible se esconde un carácter fuerte y dominante, especialmente cuando llega el momento de tratar con el servicio doméstico de Zarzuela. A diferencia de su imagen pública, Sofía ha sido descrita como una mujer exigente y, en ocasiones, despectiva hacia quienes trabajan bajo su techo.
La comparación entre Sofía y Letizia, la esposa de Felipe VI, ha sido tema de debate público. Aunque aparentemente diferentes, ambas comparten ciertos rasgos de carácter fuerte y controlador. A diferencia de Letizia, Sofía, criada desde niña para reinar, lleva en su sangre el peso de la monarquía, lo que ha moldeado su actitud hacia aquellos que considera inferiores.
La reina Sofía sonríe en público, pero en privado es de armas tomar
Pero como su nuera, a pesar de su sonrisa entrañable frente al público, el personal de servicio que ha trabajado de cerca con la reina Sofía tiene una opinión muy distinta de ella. Según relatos recopilados por la periodista Pilar Eyre, Sofía es conocida por su exigencia extrema y su falta de tolerancia hacia cualquier error por parte del personal doméstico.
Una ex trabajadora de Zarzuela reveló a Eyre detalles sobre la inflexibilidad de Sofía. Según sus palabras, la reina no tolera imperfecciones y no duda en manifestar su descontento de manera sutil pero contundente. Si algo no está a la altura de sus estándares, simplemente lo desecha sin decir una palabra, dejando claro su desprecio por el trabajo mal hecho. “La reina no se deja aconsejar y nunca protesta. Pero es inflexible con el servicio, si ve que una prenda no está bien planchada, no dice nada, se limita a tirarla al suelo”, explicaba Pilar Eyre en su blog de la revista Lecturas.
Desprecios y miradas amenazantes a sus empleados
La reputación de la reina Sofía entre su personal es mixta, con algunos describiéndola como una mujer de fuerte carácter y otros como alguien implacable en su trato. Aunque no recurre a regaños abiertos, su descontento se manifiesta a través de gestos y miradas que dejan claro su desagrado. "Si le dabas un tirón sin querer, no te decía nada, pero la mirada… buf, la mirada…”, explicó una de sus peluqueras.
Incluso cuando viaja, Sofía impone sus exigencias en los hoteles, mostrando su escrupulosidad y su necesidad de control en todo momento. Esta actitud ha llevado a algunos de sus empleados a hablar de su exigencia extrema. Y su falta de tolerancia hacia cualquier error han generado tensiones dentro del palacio real, alimentando el descontento entre quienes trabajan bajo su mando.