La reina Sofía ha sido, durante décadas, una figura central de la monarquía española, conocida por su papel como madre del actual rey, Felipe VI, y esposa del rey emérito, Juan Carlos I. Sin embargo, lejos de las cámaras y los compromisos oficiales, Sofía se ha ganado una reputación menos pública pero igualmente significativa: la de una mujer extremadamente exigente y, para algunos, incluso con fama de ogro entre el personal que trabaja a su servicio, especialmente en el Palacio de Marivent, su residencia estival en Mallorca.

Cada verano, cuando Sofía se traslada a Marivent, el palacio se convierte en un hervidero de actividad. Un ejército de 250 empleados se despliega para atender cada detalle de su estancia. Estos trabajadores, que incluyen personal de seguridad, limpieza, cocina y otros servicios, tienen la responsabilidad de garantizar que todo esté perfecto para la reina emérita y su hermana, Irene de Grecia, quien la acompaña en estos retiros estivales. De estos 250 empleados, cuatro están dedicados exclusivamente al servicio de lavandería y plancha, una tarea que, lejos de ser rutinaria, se convierte en un desafío diario debido a las altas exigencias de Sofía.

Exigencia máxima de la reina Sofía en Mallorca a sus empleados

La reina emérita es conocida por su obsesión con la perfección, especialmente en lo que respecta a su vestuario. Cada prenda debe estar impecable, sin una sola arruga, lista para cualquier ocasión, ya sea una reunión familiar o un acto oficial. Sofía no tolera errores. Si alguna prenda no cumple con sus estándares, no duda en pedir que se rehaga el trabajo, y en ocasiones, según relatos de ex empleados de Zarzuela, ha llegado a tirar la ropa al suelo como muestra de su descontento.

reina Sofía
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Este comportamiento, aunque sorprendente, no es del todo inesperado para aquellos que han trabajado a su lado. Sofía, que en Marivent recupera parte del control que ha perdido en la Zarzuela debido a la creciente influencia de la reina Letizia, ejerce su autoridad de manera más directa y visible. En la Zarzuela, Letizia ha tomado las riendas, pero en Mallorca, Sofía vuelve a sentirse la reina indiscutible, un papel que, según se dice, disfruta plenamente.

La emérita Sofía vuelve a ser reina en Marivent

La residencia en Marivent no solo es un símbolo de poder para Sofía, sino también un refugio donde puede escapar de la dinámica familiar más compleja y del control más burocrático que predomina en la Zarzuela. En este palacio, Sofía encuentra la paz que necesita, pero también la oportunidad de reafirmar su estatus, algo que no siempre puede hacer en Madrid, donde las tensiones familiares, especialmente con Letizia, son más palpables.

Este entorno, sin embargo, tiene un costo significativo. El Patrimonio Nacional, que gestiona las fincas de la Familia Real, ha gastado más de un millón de euros en Marivent en los últimos cinco años. En 2020, el presupuesto destinado a la finca fue de 201.366 euros, una cifra que, aunque representó una reducción respecto al año anterior, sigue siendo considerable. Este gasto incluye el mantenimiento de las instalaciones y, por supuesto, los salarios del numeroso personal que asiste a la reina emérita.