La reina Sofia cuenta los días que le quedan para irse a Marivent. La fecha clave es el 15 de julio. Ese día la emérita recuperará parte de la felicidad que ha ido perdiendo paulatinamente en los últimos años. Concretamente, desde que Letizia llegó a la Zarzuela.
Hasta entonces, Sofía era la que cortaba el bacalao en palacio. A falta de poder controlar a su marido, el rey emérito Juan Carlos I, hacía y deshacía en otros menesteres. Hacía honor a su título de reina. Era la anfitriona perfecta y quien organizaba los encuentros que allí se producían con familiares y amigos.
La reina Sofía, arrinconada en la Zarzuela
Pero Letizia, que durante años lo vio todo desde el otro lado de la barrera, no consideraba que aquellas idas y venidas de gente fueran positivos para la imagen de la casa real. Y obsesionada por preservar el futuro reinado de su hija Leonor, cambió casi todas las dinámicas de la Zarzuela. Se acabaron las fiestas continuas. Palacio dejó de ser la casa de colonias de los amigos de sus suegros. Barrió toda la caspa que pudo de los pasillos de su nueva casa.
La situación fue arrinconando cada vez más a Sofía. Su protagonismo en la agenda real fue disminuyendo hasta la mínima expresión. Y no solo tuvo que olvidarse de sus derroches en fiestas. También fue perdiendo el contacto constante con el núcleo duro de la familia real. Y aunque la reina Letizia nunca ha prohibido a sus hijas ir a ver a su abuela, tampoco ha hecho por que la princesa Leonor y la infanta Sofía tuvieran una relación intensa y profunda con Sofía. No ha hecho ningún esfuerzo por que las jóvenes de la familia compartieran confidencias con alguien que todavía huele demasiado a Juan Carlos. Felipe es el único que ha seguido yendo a ver a Sofía a diario, siempre que su agenda se lo ha permitido.
Sustituida por la consuegra y la hermana de Letizia
A quien sí ha permitido entrar y salir de la Zarzuela como Pedro por su casa es a su madre, Paloma Rocasolano, y a su hermana Telma. Ellas no están contaminadas de las fechorías de su suegro. Y ejercen libremente como abuela y tía de Leonor y Sofía.
Es por eso que Sofía desea fervientemente poner los pies en Marivent. Allí tendrá manga ancha para hacer y deshacer. Además, podrá recibir libremente las visitas de sus nietos y de sus hijas. Podrá volver a sentirse la reina que fue y dejó de ser hace casi 20 años.