Ochenta y ocho. Son los días que tendría que trabajar el rey Felipe para pagarse el retrato que cuelga al Congreso de los Diputados. Sabiendo que su sueldo ronda los mil euros diarios (242 mil euros anuales) parece poca cosa pero es mucho dinero para una pintura que no estará a la vista del público. Presidirá el Salón de Ministros del hemiciclo lejos de la prensa y las visitas. Sustituye cuatro años tarde el retrato del rey emérito, que cambia de pared. Para justificar el alto precio de la pintura, el autor recuerda que es más personal que una fotografía. Sólo Unidas Podemos votó en contra de este gasto a cargo de fondos públicos por considerarlo un "anacronismo".
La Sala es el lugar donde se reúne la Mesa del Congreso y excepcionalmente los ministros si se encuentran en la Cámara Baja. Un lugar demasiado oculto para lucir la única pintura del jefe del Estado. Ana Pastor, la presidenta del Congreso en funciones, ha estrenado la pintura y acordado colgar al rey en el sitio menos visible de la sede de la soberanía española. Caro y escondido: un despropósito para las finanzas del Estado.
El estilo del artista, Hernán Cortés, es familiar ya que también es autor de los retratos de los padres de la Constitución que cuelgan en el mismo hemiciclo, en la Sala Constitucional.