Si a alguien le quedaba alguna duda de que hay dos familias de Borbones, solo hay que ver qué ha pasado este pasado fin de semana. Y es que ha habido una reunión familiar donde, casualmente no estaban invitados los reyes Felipe y Letizia. Sí, dirán algunos que sus agendas no se lo permiten y bla, bla, bla, pero lo único cierto es que Sofía, sus hijas Elena y Cristina y los hijos de estas, se relacionan lo mínimo imprescindible con Felipe, su mujer y sus hijas. Nueva cita Borbón, esta vez, los citados eran la reina emérita, las infantas y dos de los hijos de Cristina, Pablo e Irene Urdangarin... con sus parejas, Johanna Zott y Juan Urquijo. Un encuentro familiar para almorzar el domingo, al cual se unió la tía Pecu, Irene de Grecia, y donde también se esperaba la presencia de otra nieta, Victoria Federica, que pasó olímpicamente de sus primos, tía y abuela... para ir a los toros a ver a sus amiguis.
Cita royal coincidiendo en el tiempo con el décimo aniversario del anuncio de la abdicación de Juan Carlos. Quién sabe, quizás en la comida también celebraban que el emérito diera un paso al lado (o le hicieran dar un paso al lado). O quizás era una celebración anticipada del 19.º cumpleaños de Irene Urdangarin este miércoles, oportunidad para reencontrarse con su hermano Pablo, a quien hacía tiempo que no veía, desde enero. O quizás la excusa era organizarse de cara a las vacaciones de verano, que ya se sabe que los Borbones están muy ocupados, y necesitan tiempo para planificar si coinciden en Mallorca, si van a ver al yayo juancar, si pueden evitar la presencia de Letizia, etcétera. Como dicen en Vanitatis, "la comida de este domingo en un restaurante cerca de Zarzuela tenía muchos motivos para ser especial".
Pero lo que tenía que ser una celebración especial acabó siendo una cita mal organizada y donde tuvieron que improvisar. Hacía días que habían organizado la quedada, sin embargo, ¿saben aquello que decía siempre el líder de El equipo A, Hannibal Smith (George Peppard), "Me encanta que los planes salgan bien", mientras se encendía un puro? Pues aquí podríamos decir que El equipo B, de Borbón, fue todo lo contrario. Fracaso organizativo y de previsión. ¿Por qué? Porque según el citado medio, "los planes no salieron como pensaban". ¿Qué pasó? Que quedaron todos en la Glorieta Pepe Domingo Castaño, para ir a un restaurante discreto, en El Pardo, un establecimiento que le encanta a la reina Sofía... "pero resultó que estaba cerrado". Cerrado a cal y canto, en los morros de los Borbones. Todos allí, como pasmarotes, con cara de "¿Y ahora qué hacemos?". Tocaba improvisar, "y cuando se trata de figuras de este nivel, una improvisación es compleja, así que finalmente comieron en otro restaurante cercano, de aires japoneses, aunque no tan apreciado porque suele ser habitual entre los famosos capitalinos".
Estaba la duda de si las parejas de Pablo e Irene también estuvieron, Johanna y Juan, pero todo parece indicar que así fue, a juzgar por un detalle significativo: la reserva para el restaurante era para ocho personas... Hagan cuentas: la reina Sofía, Elena y Cristina hacen tres; Pablo e Irene, cinco; la tía Pecu, seis... Parece que las dos plazas restantes serían para la novia y el novio de los hermanos Urdangarin, a no ser que las infantas tengan nuevas parejas, cosa poco probable. Finalmente, entre makis y nigiris, cogieron la agenda y fueron hablando de las vacaciones: "los objetivos veraniegos son sencillos: quieren ir juntos a Marivent con doña Sofía y a Abu Dabi con don Juan Carlos. Por el momento, no saben si las dos infantas irán juntas a ambos lugares o se turnarán, como hicieron el verano pasado, y así sus padres estarán siempre acompañados". Según explica el citado medio, fuentes próximas a los Borbones consideran que “Como en casi todas las familias hay que pensar en ellos como en una familia normal, aunque no lo sean, y como familia ‘normal’ se tienen que organizar las vacaciones de verano para estar con sus padres y con sus hijos”... Qué jetas... Gente que está todo el año de vacaciones, teniendo que quedar para organizarse las vacaciones. Qué poca vergüenza.