Situémonos dos años atrás. 11 de enero del 2016. Empieza el juicio por el caso Nóos. La agenda de la Casa Real no tenía ningún acto público para el monarca previsto para aquel día, un día que podía ser complicado por las connotaciones colaterales que se pudieran desprender del caso. Dos meses después, cuando declaró ante el juez su hermana, la infanta Cristina, la jornada laboral de Felipe volvía a coincidir con papeleo a resolver dentro de la Zarzuela, tal y como destaca el diario El País. Casualidad o no, a nadie se le escapa que su ausencia en actos públicos en días señalados puede evitar el riesgo de acoso mediático y posibles protestas.
Ya la jornada del 1 de octubre de hace un año fue seguida por el jefe del Estado desde las cuatro paredes de su despacho. Y un año después, se da la coincidencia que vuelve a tener "trabajo de despacho", como le han asegurado al medio fuentes de la Casa del Rey: "las agendas del Rey se reparten entre el trabajo de despacho y las actividades públicas". No sólo hoy no tiene ningún acto público agendado. El miércoles, cuando haga un año de su polémico discurso instando a los poderes del Estado a garantizar la Constitución, tampoco se verá públicamente al Borbón.
Desde Zarzuela aseguran que no ha habido ninguna intención de aislar a Felipe de esta efeméride tan vergonzosa para las fuerzas del Estado, pero no deja de ser curioso que justamente mañana, 2 de octubre, tenga dos actos, uno relacionado con ciencia y el otro con relaciones institucionales, y jueves, al día siguiente del 3 de octubre, tenga 3 actos más programados en la agenda: recibiendo a la Conferencia Episcopal Española, colocando la primera piedra de las nuevas instalaciones de Petronor y visitando el Museo de Bellas Artes de Bilbao. Será curioso comprobar si los próximos días, cuando haga un año del encarcelamiento de los Jordis, de la declaración de independencia en forma de república o de los encarcelamientos de miembros del gobierno catalán, Felipe tiene actos públicos o vuelve a tener "trabajo de despacho".