Una de las últimas visitas oficiales del rey Felipe la ha hecho a Lebrija, ciudad andaluza donde fue para conmemorar el quinto centenario de la muerte de Elio Antonio de Nebrija, primer humanista hispánico, célebre por su Gramática Castellana. Felipe ha visitado la ciudad andaluza y se ha regalado un baño de masas por parte de los vecinos, y sobre todo vecinas, enloquecidas por la presencia del monarca. Gritos de "¡Viva el Rey y la madre que lo parió"! como si fuera el concierto que los Backstreet Boys acaban de dar en el Palau Sant Jordi. Mujeres a quién les sube la bilirrubina de tenerlo muy cerca, a pesar de que muy conscientes de no ir un paso más allá, "...que me va a pegar doña Letizia"...:
A Felipe le han regalado las orejas... y el estómago. El Borbón, un bon vivant como el padre, y más, aprovechando que no estaba su mujer Letizia, y que no tendría que comer sopita de acelgas, es amigo de degustar buen yantar, y si lo invitan, mejor que mejor. Y en Lebrija degustó los manjares que le prepararon en el restaurante Venta Esteban. Sus propietarios no daban crédito de poder servir su festín al rey español: "Es que casualmente la semana anterior estaba viendo con mi hermano fotos de las personas que han pasado por la venta y dije que ojalá viniera el Rey. Hemos tenido aquí desde presidentes de Gobierno, como Pedro Sánchez, Zapatero o Rajoy, a artistas como Norma Duval, Farruquito..., a presentadores como Ana Rosa o Risto..., a deportistas como Gasol o Rossi. Estamos acostumbrados a recibir a gente muy conocida, pero mi ilusión era ver entrar por las puertas un día al rey Felipe".
Como cantaban en Bienvenido Mr. Marshall, el mítico filme de Berlanga, "Os recibimos americanos con alegría. Olé mi madre, olé mi suegra y olé mi tía". Pues así estaban, pero cambien a los americanos por Felipe. Su majestad se puso las botas, y no paró de recibir elogios, piropos, gritos de qué guapo que es, de ¡Viva el Rey! e histeria colectiva de tener al monarca paseando por las calles de su ciudad. Como si fuera poco menos que una estrella de rock o del fútbol... Lo que es lamentable es que después de todo, él no tuviera la mínima sensibilidad para romper el protocolo o el corsé habitual en el cual vive la monarquía española. Que por un momento no se pasara por el forro lo que tiene que hacer o no hacer un rey y tuviera un gesto humano y cariñoso. ¿Con quién? Con una vecina de Lebrija.
Y eso que en el restaurante rehusó ir a una mesa VIP que le habían preparado y comer como todo el mundo, allí en el medio. Pero según explica Informalia, la pasión de las fans del monarca durante el baño de masas llevó a alguna de ellas a pedirle que le diera dos besos, que no se conformaba con darle la mano. "¿Me puede dar un besito?", pedía una seguidora. ¿Respuesta del Borbón?: "No, eso no puedo', le dijo él entre risas"... Entre risas, pero se negó... No puede, o no quiere. Ahora me dirás que alguien que siempre hace lo que le sale del moño, no puede, por un día, o cuando le dé la gana, darle dos besos a una mujer... Lo que decimos siempre: una institución con tufo de naftalina que convulsiona cuando se trata de modernizarse o de humanizarse.