Después de la votación en el Congreso de los Diputados, después de que Pedro Sánchez fuera elegido democráticamente, y después, con los acuerdos y pactos, como presidente del Gobierno, esta mañana del viernes ha tocado la visita obligada a Zarzuela para oficializarlo ante el rey. Un Felipe que quizás alguien le tendría que recordar que se tapara un poco, que disimulara a la hora de demostrar cómo ver nuevamente al líder socialista presidiendo su país le sienta como una patada en la entrepierna. El Borbón, postulándose, con la cara paga, y demostrando nuevamente lo que son. Imagen indigna al recibir a Sánchez y al recibir a la presidenta del Congreso, Francina Armengol. Ni un gesto de complicidad, ninguna muestra de salud democrática y sí mucha cara de vinagre, de bilis concentrada, de asco indisimulado por no ver a sus amiguis de la derecha y la ultraderecha en lugar de Sánchez.

La red, atónita. Su cara, un poema, y los usuarios lo han lapidado, con razón:

Felipe con cara de vinagre y recibiendo por todas partes. Por los que se cachondean de su ademán y por la derecha que está que trina llamándole "traidor, cobarde, masón" y cosas más gruesas por no "parar el golpe de estado, cómo se rompe España" y las habituales imbecilidades que estamos oyendo estos días. En cualquier caso, imagen indigna, tomando partido, en lugar de mostrarse neutral y aceptando con deportividad lo que se ha decidido democráticamente, que quizás es un concepto que no conocen en la Casa Real. Imagen indigna, se mire por donde se mire, la de Felipe VI. Y más, si la contrastamos con esta otra de hace unos días, en una pizzería italiana de Madrid donde se puso las botas:

"Un honor inigualable tener la distinguida visita de Su Majestad el Rey en Più di Prima. Nos sentimos profundamente agradecidos, será una velada única que quedará grabada en nuestra historia con el sello real de aprobación!", decían los responsables del local. Un Felipe contento y sonriente, desconocemos, sin embargo, si pagó él o si hizo como siempre hace, demostrar que le cuesta aflojar la mano e invitar a sus amigos y dejar propinas generosas. Que ya se sabe que es de la Virgen del Puño. En el restaurante, siendo más vasallescos que nunca, y llenándose la boca con frases pelotas como "Es la persona más amable que ha pasado por aquí"... Es lamentable constatar cómo Felipe se piensa que ha venido a este mundo a pasarlo bien y a meterse hasta arriba de calzone y no a hacer lo que tiene que hacer. La comparación de las dos imágenes no engaña.