Dicen que de tal palo tal astilla. El tiempo dirá si el rey Felipe es tan faldero como el padre y tiene tendencia o no a poner la mano en cuentas suizas. De momento, sin embargo, el rey español se ha marcado un Juan Carlos en materia de familiaridad o de exceso de confianza. Al emérito se lo conoce como el campechano, entre otras cosas por la manera como tenía de dirigirse a muchos ciudadanos cuando hacía las visitas protocolarias. Como si los conociera de toda la vida.
Ahora Felipe ha hecho lo mismo. Visita de madrugada de este jueves en Mercamadrid. El rey y la reina conociendo de primera mano la plataforma mayor de distribución y comercialización de alimentos frescos. Han visitado las zonas del pescado, de las frutas o de las hortalizas, al lado de la ministra de Industria, Comercio y Turismo y del alcalde de Madrid. Pescados, lechugas y saludos emocionados con el codo por parte del Borbón a un trabajador que llevaba una mascarilla con una gran y bien visible bandera española.
Hasta aquí todo correcto. Las recomendaciones de las autoridades sanitarias indican que de momento no haya contacto físico y se eviten los apretones de manos y los besos. Pero de ahí a utilizar según qué palabras con sus interlocutores, hay una distancia. Por mucho que el rey se las quiera dar de natural, hay expresiones que chirrían en boca de un monarca. Charlando con uno de los trabajadores de Mercamadrid, Felipe ha soltado una frase poco habitual, especialmente en alguien como él, habitualmente muy solemne y serio: “No habéis parado nada, macho”, le ha espetado, según recoge Europa Press.
Macho... Como si estuviera en la barra de un bar. Por un momento parecía que quien estuviera allí fuera su padre.