La reina Letizia intervino el pasado viernes en la jornada inaugural del Foro Mundial de la Alimentación que se está celebrando estos días en Roma. Desde la capital italiana se pregona la importancia de mantener dietas saludables, especialmente por parte de los jóvenes.
La reina española tiene como una cruzada la cuestión alimentaria, y no sólo porque desde el 2015 sea la Embajadora Especial de la FAO para la nutrición. Aprovechando la cita telemática que tuvo el viernes, el diario El Mundo recuerda que "La dieta saludable es para Doña Letizia casi una obsesión, en especial en su esfera privada". De todos es sabido el terror que le tiene la asturiana a las grasas o a los dulces, cosa que sus hijas casi no han visto ni en pintura.
Explica el citado medio que hace años que corre el rumor de que Letizia sería una fan no confesa de la llamada Dieta Perricone, un plan diseñado por el dermatólogo norteamericano de este nombre, que se basa en consumir superalimentos que tendrían propiedades antienvejecimiento, antiinflamatorias, rejuvenecedoras y saludables. Por descontado, nada de comida rápida y procesados, aquellos que Letizia tiene vetados de puertas adentro de palacio.
Mucho salmón, mucho atún, mucha sardina. Tampoco faltan en la despensa semillas de chia o frutos secos, aceite, huevos ecológicos, kéfir o yogures naturales. Alimentación healthy a tutiplén, incluso, al límite de la obsesión, ya que como recuerda el medio, "Se la ha llegado a caricaturizar en ocasiones como una señorita Rottenmeier por la prohibición con la que habrían crecido sus dos hijas de comer chucherías, algo de lo que no se quiere privar ningún chaval".
Ningún chaval y tampoco, ningún chaval ya crecidito como su marido Felipe, que también paga las directrices de su mujer, y que igual que la princesa Leonor o la infanta Sofía, para comer alguna de aquellas cosas que quizás no son sanas, pero no veas cómo de buenas están, lo tiene que hacer a escondidas de Letizia.
La gente todavía se ríe del Borbón después del vídeo que circuló en el 2018, facilitado por la misma Casa Real, donde se veía a la familia cenando en su casa un menú diseñado por un torturador, en este caso, por la misma Letizia, con una sopa verde sospechosa. "A preguntas del Rey, su mujer anunció que tocaba 'sopa y capresse'. El aspecto de la primera no parecía realmente apetitoso"... Ni que lo juren.
Y sobre esta cuestión, El Mundo recuerda una anécdota que dice mucho, y que es ridícula, por el hecho de que todo un rey de un país tenga que comer de escondidas si no quiere dormir en el sofá. Explican una anécdota de Felipe de un día que, comiendo con unos amigos, pidió "amablemente a los camareros que no le retiraran el plato con las patatas fritas, ya que quería disfrutar de tal manjar que le tienen prohibido en casa"... Esperpéntico.
Precisamente, el rey estuvo en Palma a principios de septiembre, cuatro días después de haber despedido a Leonor en el aeropuerto de Barajas, rumbo al internado de Gales. El monarca fue solo, sin Letizia ni su hija pequeña, y allí se encontró con unos amigos íntimos con los que fue a cenar.
¿Y a dónde fue y qué pidió Felipe, en esta comida de Rodríguez?... "Fue una cena informal en el bar Nitos, un modesto asador de pollos que se encuentra en la zona de Gomila, muy cerca del palacio de Marivent. La comida que suele pedir el monarca en este local es una pieza de pollo con patatas fritas y una salsa famosa en la isla que hace el restaurante".
Dicen que hacía como mínimo dos años que Felipe no visitaba este local... Dos años sin comer patatas fritas sin el control acusador de su mujer... Se debería poner como el Quico de patatas fritas...