Angela Merkel ha sido reina por un día en España. La excancillera Alemana, retirada hace pocos días de la política activa, es una mujer envidiada a 2000 kilómetros de Berlin. Es conservadora, pero los socialistas la adoran para meter el dedo en la llaga de la derecha, los 'peperos' desearían tener un 1% de su carisma y el jefe del estado sueña con disfrutar de su popularidad. Por eso se explica que haya sido galardonada con la XIV edición del Premio Europeo Carlos V, distinguiendo su tarea en favor de la Europa comunitaria. Un reconocimiento que le han entregado en el monasterio de Yuste, Cáceres, con un acto solemne que ha tenido una particularidad: estaba lleno de chiquillos.
Allí estaba, además del rey Felipe, el presidente Pedro Sánchez e incluso Pablo Casado, más contento que unas castañuelas porque alguien le hacía caso, aunque la fiesta no iba con él. Niños y niñas llenaban hasta los topes los alrededores del lugar, provistos de un cargamento de banderitas españolas y con la lección bien aprendida: gritar el nombre del monarca hasta la extenuación, luchar entre ellos por saludarlo y obtener el trofeo más preciado, un autógrafo real. Vaya, como si fueraMessi, Rosalia o, en este caso, la reencarnación de Pocoyó, pero mucho más alto y con menos gracia. Los niños son el futuro, como todo el mundo sabe, y se les tiene que ir adoctrinando para enaltecer las instituciones del estado sin preguntarse el porqué.
Se ve, sin embargo, que el contacto entre la Corona y las nuevas generaciones de españolitos es muy necesario, porque la popularidad de la Casa Real está bajo mínimos. Un problema que ya no es exclusivo de los adultos que se tienen que tragar (unos con asco, otros con devoción cortesana) los escándalos Borbónicos: las criaturas, directamente, no tienen ni idea de quien es ese señor que dice que es rey, que tiene sangre azul y que levita a tres palmos del suelo. La muestra más indiscutible la encontramos en una de las anécdotas de la jornada. Entre la marabunta enfervorizada uno de los pequeños se ha coronado, nunca mejor dicho, con una pregunta absolutamente insólita e insistente a Felipe cuando lo tenía delante suyo. Lo que le ha dicho le ha dejado sin palabras. Literalmente, porque no se ha dignado en responderle.
Según leemos en 'Vanitatis', el inocente niño le ha espetado hasta 9 veces seguidas "¿Eres el Rey?". Cada vez, además, subiendo el tono de voz hasta desgañitarse. 'El Preparao' no se lo podía creer, y en vez de calmarlo y aclarar la cuestión, sólo reía sin saber qué hacer. La crónica del digital rosa añade que las carcajadas reales han sido acompañadas por Merkel y Sánchez, que han encontrado la escenita divertidísima. Un no parar.
Se han cargado la afición y todavía no se han dado cuenta. Le tendrán que poner un cartelito en la solapa, como en las convenciones de dentistas, oftalmólogos o vendedores de productos de Avon.