España es uno de los pocos países donde los Reyes Magos quedan en ridículo comparado con los regalos de los Borbones. No los que hacen, sino los que reciben. Autoridades de todo el mundo pierden el norte para hacer llegar diferentes obsequios a Felipe y Letizia ahora y a Juan Carlos y Sofía hace unos años. La lista de objetos que hacen llegar a sus majestades es larga y a menudo, absurda. Zarzuela debe tener una cámara parecida al museo de los horrores donde deben ir a parar todos los pongos que llegan a manos de la familia real y que no sirven ni como pisapapeles.

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Como si no tuvieran bastantes con el 'regalo' que les hacen sus súbditos en forma de impuestos que después dilapidan en viajes, yates, festines y todopagado, todavía hay gobiernos, ayuntamientos o asociaciones de vecinos de Chinchilla de Abajo que anhelan ser cuanto más originales mejor y regalar a los monarcas lo mejor de cada casa. El último ejemplo lo encontramos en San Facundo, Castilla y León. El símbolo de la localidad es una trucha, y su alcalde ha aprovechado el encuentro con el rey Felipe en FITUR para hacerle entrega de una réplica en bronce de este pez. Un espanto a la altura del Big Mouth Billy Bass, aquel pez que canta:

Es el último de una larga lista de pavorosos objetos que han recibido los reyes. Nada superará el abrigo de leopardo (?), guepardo (?), mofeta (?) que el presidente de Kazajistán le regaló al rey Juan Carlos en 1998. Quizás Juan Carlos se lo pone cuando quiere impresionar a sus amantes. Un horror sin justificación.

Efe

Quien sabe qué se habrá hecho de un coche de juguete que le hizo llegar una delegación de las juventudes del PP a Letizia y Felipe cuando estos eran Príncipes de Asturias. Quizás Leonor y Sofía hacían turnos de pequeñas para ir arriba y abajo de los pasillos de la residencia real al grito preferido de Pablo Casado, "¡Viva España!"...

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Felipe todavía ponía cara de interés. A Letizia le cuesta más disimular. Como cuándo recibieron una Vieira de Logroño de manos de la alcaldesa de la capital de La Rioja cuando celebraban el Día de las Fuerzas Armadas. O cuando recibieron una escultura con flores escalofriante y digna del mejor bodegón bizarro durante la Feria de Zafra.

Letizia sonríe por no llorar. Quizás se lo regale a su suegra en la cena del amigo invisible que hagan la próxima Navidad en Zarzuela. Claro está que Sofía se puede vengar de ella y endilgarle a ella unas inclasificables botellas de color azul que recibió junto con su marido ya hace unos años de parte del primer ministro tailandés y señora. O una estatuilla que todavía está intentando descifrar qué significa que le regalaron los dirigentes de El Salvador.

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La cara de Juan Carlos es de sorpresa e incredulidad. Pero directamente fue de asco cuando recibió de un príncipe de Abu Dhabi una especie de Toisón de Oro gigante o colgante dorado por si quiere hacer de rapero malote durante sus escapadas erótico-festivas...

Si algún día la familia real tiene problemas de cash, no tendrán problema en sacar algo si lo revenden en algún mercado de segunda mano. Bien, excepto el abrigo de Juan Carlos. Aquello no hay quien se lo trague.