La Familia Real está compungida por el primer ingreso en prisión de un miembro de su clan. No duermen por las noches. Pero no seamos malpensados si les vemos una sonrisa de oreja a oreja estos días: la procesión va por dentro. El rey Felipe y la reina Letizia, desde que han vuelto de los Estados Unidos, van de acto en acto pensando en cuándo llegará el día que podrán llorar por su cuñado en la intimidad de la Zarzuela. Y el rey emérito Juan Carlos... Bien, el rey emérito Juan Carlos también está tremendamente preocupado por la situación de su yerno entre barrotes y la tristeza de su hija, la infanta Cristina, que tiene que recibir ayuda psicológica. Y esta es la prueba:
Urdangarín lleva cuatro días viendo los barrotes de su celda y Juan Carlos estuvo 48 horas en un comida-celebración-inauguración que se alargó más de la cuenta. El motivo era 'de peso'. El monarca asistió al estreno de la nueva casa de su buen amigo Vicente Boluda, el expresidente del Real Madrid a quien en el programa 'Crackòvia' de TV3 llamaban Vicente Boluda Balambambú. Pero quien hizo balambambú fue el rey emérito, que ha estado en su salsa.
El empresario valenciano y su pareja, Esther Pastor, ex secretaria de Organización, Coordinación y Relaciones Institucionales de la Comunidad Valenciana, se han comprado una casita en Navajas, cerca de Castellón. Y hacía falta celebrarlo. El rey llegó en un Bentley de color verde a una cita donde también había el propietario de discotecas como Pachá y Joy Eslava, Pedro Trapote, y su mujer Begoña García Vaquero, al mismo tiempo cuñados de Felipe González.
Después de la sobremesa, los invitados también visitaron otra finca propiedad de Boluda en el municipio de Altura, donde hay un coto privado de caza de perdices, afición que ha practicado en numerosas ocasiones el rey. Un Juan Carlos que, según Levante EM, participó en una demostración de caza con otros invitados. No había elefantes, ni era Bostwana, pero aceptamos perdices como animal de compañía.
Después de estar dos días, finalmente el rey emérito se marchó de la finca de su amigo. Estamos completamente seguros que después de coger fuerzas, ahora irá hacia Ginebra para estar al lado de su hija Cristina ahora que está triste por su marido en la prisión... Nos jugamos un guisante. O una perdiz.