Estas son, probablemente, las fechas más dolorosas para el rey emérito Juan Carlos. En cuatro días, dos efemérides trágicas: la muerte de su hermano Alfonso, de un tiro en la cabeza, y la de su padre, el conde Juan de Borbón. Como recuerdo dramático, la pérdida de su hermano es, sin duda, lo peor que le ha pasado nunca al exmonarca.

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Corría el mes de marzo del año 1956 cuando la familia Borbón decidió viajar hasta Estoril, en Portugal, para disfrutar de las vacaciones de la Semana Santa. El día 29 por la noche, Jueves Santo, Juan Carlos estaba haciendo prácticas de tiro en la sala de juegos de Villa Giralda, la residencia de los reyes de España cerca de Lisboa. El futuro rey disparaba tranquilamente, sin imaginar que su hermano Alfonso, de tan sólo 14 años, se interpondría entre el revólver y la diana y recibiría un tiro en la cabeza. En un segundo, Juan Carlos disparó y el infante de España cayó muerto al suelo. Hoy se cumplen 63 años de aquel día y el sentimiento de culpa del rey emérito lo ha perseguido para siempre.

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El cuerpo de Alfonso de Borbón descansa en el cementerio del Escorial, en Madrid, a pocos kilómetros de la residencia oficial de Juan Carlos, que cada 29 de marzo recuerda que disparó a su hermano y acabó muriendo cuando todavía era un niño.