En Europa hay monarquías y monarquías. Siendo más propio de siglos pasados, hay, sin embargo, casas reales que tienen un mínimo de dignidad, de responsabilidad y de voluntad de ser ejemplares, un gesto mínimo a cambio de tener la vida solucionada pagada por todo el mundo. Y los hay que han hecho de ser caraduras una cualidad. En el primer grupo, los reyes de Holanda. En el segundo, los Borbones.
No es la primera vez que Guillermo y Máxima de Holanda le han pintado la cara a Felipe y Letizia. Y lo siguen haciendo. Y lo seguirán haciendo. Es lo que tiene tener un mínimo de vergüenza. Y en España eso no se estila. Sólo hay que ver el abyecto silencio de Felipe VI, conocedor hace un año de los escándalos económicos de su padre, y como ha abierto la boca para hacerse el íntegro justo ahora, en plena crisis por el coronavirus.
Por no hablar de los días que hace que ha empezado la pandemia, que está muriendo gente, que se está contagiando medio país, que todo el mundo está confinado, y él, callado como un miserable. Si para alguna cosa sirve un rey, tendría que ser para momentos como estos.
Finalmente, después de tantos días, el monarca se dignará a hablar a la ciudadanía en un mensaje esta noche de miércoles. Ya era hora. Difícilmente dirá que los millones fraudulentos de su padre en Suiza irán a parar a la sanidad para hacer frente a la crisis. Una más de las oportunidades perdidas por los Borbones. Y otra, ¿tanto costaba hacer un gesto, ni que fuera para demostrar su agradecimiento, como lo que han hecho miles de personas del país? Un gesto tan sencillo como dejarse grabar aplaudiendo a los sanitarios que están dejándose la piel en un momento como este. Un gesto que sí han hecho los reyes de Holanda:
Guillermo, Holanda y las hijas, aplaudiendo y haciendo sonar ollas, para homenajear a los sanitarios. Claro está que quizás también se han sumado a la cacerolada masiva para que Juan Carlos dé el dinero fraudulento a Sanidad.