Quien nos iba a decir que los monárquicos Juan Carlos y Sofía tendrían algo en común con la republicana Pilar Rahola y su marido. Uno de los momentos más impagables de la historia de TV3 fue cuando, en el 2011, Pilar Rahola y su marido Robert recibían en su casa a Albert Om en un programa de El convidat, y le explicaban tranquilamente que "nos conocimos horizontalmente. Hemos roto alguna cama, eso es verídico. Me parece que tres. Pregúntaselo al pobre carpintero, que tuvo que venir tres veces a repararlas".

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Ahora, mira por dónde, Jaime Peñafiel explica una anécdota que a más de uno le recordará a aquella confesión. En su artículo de los lunes en la revista Pronto, el periodista lamenta la ausencia prácticamente total de la familia real en Marivent. Con Juan Carlos "apartado" para recuperarse de una lesión mientras va a cenas y a los toros, con Felipe, Letizia y las niñas escondidos en algún rincón del mundo o con la infanta Cristina cobijada bajo el brazo de la familia de Iñaki Urdangarin, la reina Sofía se ha quedado más sola que la una en Mallorca, con la sola presencia de su hermana Irene, mientras se pasa los días yendo a los mercados, tomando el té con sus amigas y dando besos a un cerdo antes de que lo sacrifiquen para hacer sobrasada.

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Pero hubo un tiempo no muy lejano en que Sofía y Juan Carlos pasaban juntos, como un matrimonio, sus vacaciones de verano. Incluso, mucho antes de que se compraran casa en Mallorca, hubo un tiempo en que los reyes eméritos, entonces todavía príncipes, pasaban las vacaciones junto con Franco y su familia. El mismo Franco de quien calla ahora el rey Felipe sobre su exhumación, cosa que le recriminan duramente algunos exmilitares. Peñafiel hace un ejercicio de retorno al pasado.

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Finales de los 60, principios de los 70. El teniente general Castañón de Mena les hacía llegar a Juan Carlos y señora una invitación del caudillo para pasar unos días juntos con ellos en Galicia. Una invitación de los Franco a los borbones para ir al Pazo de Meirás. Allí está el dictador con Carmen Polo y la familia política del marido de la hija, los Villaverde. Según Peñafiel, los reyes no tenían especial simpatía por ninguno de ellos, según ha confesado en alguna ocasión la reina Sofía: "No nos tuteábamos, aunque ellos nos llamaban 'altezas'. Aunque Carmen siempre fue muy amable y correcta".

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Según Peñafiel, Juan Carles y Sofía "aceptaban la invitación, no porque no tuvieran a dónde ir -que, dicho sea de paso, no tenían- sino porque no se podía rechazar la cita". ¿Y qué hacían allí los dos matrimonios? Ellos, jugar al golf en el real Club La Zapateira de A Coruña, los niños jugando a enterrarse en la arena en la playa de Bastiagueiro, en Oleiros. Pero la primera vez que los reyes eméritos fueron al Pazo de Meirás pasó una de "las más divertidas, sonrojantes y violentas anécdotas que hayan podido vivir", según recuerda Peñafiel.

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Año 1969. Primera noche que pasan Juan Carlos y Sofía en una de las habitaciones del recinto veraniego... Y la pareja rompe la cama de matrimonio de la habitación, no sólo el colchón y el somier acabaron por tierra, también el cabecero. "¿Porque la cama era vieja? ¿Por la pasión del matrimonio a la hora de amarse?", se pregunta Peñafiel. Probablemente, por las dos cosas. El caso es que "muerta de vergüenza, la griega le pidió a su marido que le prometiera no contarlo". ¿Pero qué fue lo primero que hizo Juan Carlos al encontrarse a toda la familia Franco a la hora del desayuno del día siguiente? Explicarlo. "Fácil es imaginar el cachondeo de todos menos del general, que se limitó a decir, aunque sonriendo: 'mandaré cambiar la cama". Franco, flemático, Sofía avergonzada y Juan Carlos orgulloso de su fogosidad... La desgracia para Sofía es que la fogosidad de su marido no se limitó a la cama matrimonial del Pazo de Meirás y Zarzuela...