El intento de asesinato de Donald Trump durante un mitin en Pensilvania es un episodio que cumple a la perfección el manual de estilo del polémico y peligroso expresidente, que aspira a recuperar el Despacho Oval contra un decrépito Joe Biden. Se trata de un suceso grave y de una potencial tragedia, pero al mismo tiempo resulta confuso, extraño y con ingredientes para pensar que se podría tratar de una farsa. Un número orquestado para acabar de decantar la balanza de las presidenciales del próximo noviembre. Otra fake news del rey de las noticias falsas. Trump es capaz de todo: ordenó a sus fieles que asaltaran el Capitolio, así las gasta. Montar una operación de final épico como esta sería, para él, un juego de niños.
Sin embargo, la investigación del magnicidio frustrado ejecutado por el joven de 20 años Thomas Crooks, continúa su transcurso natural y va dejando datos que intentan eliminar cualquier tipo de duda sobre su verosimilitud. Por ejemplo, la información sobre el registro de la casa del tirador abatido por los servicios secretos. Entre la documentación confiscada, avisos sobre su futura acción sorpresa: "El 13 de julio será mi estreno", dejó escrito en una plataforma de videojuegos muy famosa. También encontraron imágenes de Joe Biden, rival de Trump en las elecciones, datos sobre los mítines que ambos candidatos llevarían a cabo en su localidad o sobre la Convención Demócrata que tendrá lugar próximamente en Chicago, e incluso otros personajes de gran relevancia. El director del FBI y el Fiscal General, dos de ellos.
Pero no son los únicos. Hay otro nombre que ha despertado auténtico pánico en el Palacio de Buckingham, en Londres. Un miembro de la Familia Real británica era investigado por el tirador, lo tenía en la diana. 'The Mirror' ha disparado las alarmas: no dan la identidad del royal, pero no hay que ser demasiado espabilado para averiguar de quién se trata: Enrique de Sussex. La oveja negra de los Windsor es residente americano, en Montecito, California, junto a su mujer Meghan Markle y sus hijos Archie y Lilibeth. No parece que Crooks, en sus delirios, planeara una escapadita al Reino Unido para cometer una acción armada contra ellos. Le pillaba lejos. En cambio, el príncipe Enrique lo tenía más a mano.
Hay que decir que los investigadores solo hablan de seguimientos, pero sin más concreción ni aproximaciones a la figura del royal. En todo caso, un escalofrío habrá recorrido la espalda de Enrique, que se queja de que cuando va al Reino Unido teme por su seguridad. Pues mira, en los EE.UU. la cosa no mejora demasiado. En todo caso, tiene su coña que el tirador quisiera matar a Trump, pero también el hijo de Diana de Gales. Donald detesta a Enrique, y es una potencial amenaza para una potencial expulsión del país por haber mentido sobre el uso de drogas al pedir su visado VIP. El mundo está fatal, en definitiva.