La semana del desfile militar del 12 de octubre, Fiesta Nacional de España, el rey emérito anula su presencia a la inauguración de una exposición en Vigo. A punto de cumplir 80 años, el anterior jefe del Estado mantiene sus habituales problemas de movilidad. Se ayuda de un bastón después de múltiples operaciones de cadera. Su estado de salud real (de realidad) era un secreto de Estado cuando encabezaba las Fuerzas Armadas. Ahora sigue siendo secreto pero a voces. Hace la vida que quiere al lado de amigas íntimas y vive separado en la práctica de su esposa. Pero la sombra de la sospecha de una recaída ha vuelto.

EFE

En Vigo le esperaban para inaugurar la exposición de una joya de la literatura medieval: el pergamino Vindel. El que está como un pergamino es Juan Carlos. Excusó su presencia y plantó al presidente de la Xunta Alberto Núñez Feijoo. En la conselleria hablan de "problemas de agenda", una excusa de mal pagador teniendo en cuenta cuál es la agenda del rey emérito. Como el resto de la familia real mantiene la agenda vacía desde que su hijo, Felipe VI apareció en las TV para reprender a las autoridades catalanas y no citar a los heridos del 1-O causados por la Guardia Civil que él encabeza. En aquella ocasión tuvo el detalle de no aparecer uniformado. Lo debía tener en la tintorería para el desfile de La Hispanidad en Madrid.

En Zarzuela se limitan a reconocer que han cambiado de criterio sobre la invitación de Vigo sin motivo. Declinar la presencia de un miembro de la Familia Real cuando estaba confirmada ha hecho pensar en un empeoramiento en la salud del emérito. Saldremos de dudas durante el desfile militar del 12-O. Los tanques están a punto para recorrer, de momento, la Castellana. La Diagonal sigue tranquila.