En el año 1992, la cadena de televisión británica ITV emitía un documental: A year in Spain. En él, la periodista Selina Scott enseñaba cómo le había ido después de estar dos semanas enteras como invitada de excepción del entonces rey Juan Carlos. Quince días donde fueron juntos a todas partes, donde la llevó en helicóptero, le enseñó su colección de Harley Davidsons y mucho más: "Surcamos las olas a bordo de su lujoso yate azul marino, el Fortuna, un regalo de la familia gobernante saudí, cenamos en restaurantes íntimos en la cima de la montaña, recorrimos el estadio olímpico y luego en una fiesta me presentó, para mi sorpresa, a Fidel Castro, que resultó ser uno de sus mejores amigos”. Son palabras de Scott en un artículo para The Telegraph a raíz de la huida por patas de España de quien fue su anfitrión durante aquellos días.
A menudo se ha especulado que entre los dos hubo mucho más que una relación entre entrevistada y entrevistado. Ellos sabrán. Lo que está claro es que el poso que le ha quedado a ella tras conocer al emérito no tiene nada que envidiar al síndrome de Estocolmo: "Conocer a Juan Carlos fue una experiencia inolvidable. Fue siempre encantador, simpático y coqueto. Tuve claro desde el principio que quería presentarse como un caballero elegante”. Tanto, que incluso, le justifica cuándo incomodó a Lady Di, que lo visitó anteriormente con Carlos de Inglaterra: "Se dijo que Diana lo encontró un poco demasiado atento. Como muchos latinos, era táctil, y si le gustabas no tenía miedo en demostrarlo".
Táctil como eufemismo de 'sobón'. Que además, iba por la vida como un macarra de piscina. Explica que una vez que se tenían que ver en Sevilla, "él, desde el balcón del palacio real me silbó y me gritó: 'Bajo en un momento, Selina'... No era un comportamiento real típico, pero tampoco él era un rey tradicional”. Scott, como una grouppie del monarca: "El rey que conocí era un hombre de energía y empuje deslumbrantes. Divertido, informado y elocuente, un súper vendedor para España, trayendo negocios de todo el mundo a su país, me pareció el epítome de un líder moderno consumado, lo que hace que su caída en desgracia sea tan trágica".
Scott, con casa en Mallorca hace 30 años, también habla de la figura de Sofía, a la que dibuja como "la víctima inocente de todo este drama. Una mujer enérgica e inteligente que a lo largo de todas las infidelidades de Juan Carlos, se ha mantenido públicamente como una defensora leal, digna y apasionada de su esposo y su país. Siempre estaba atenta, trayendo bebidas frías para el equipo de cámaras, y tampoco tenía miedo a decir lo que pensaba".