En la Casa Real están pasando cosas importantes. Se percibe un nuevo aroma en el ambiente, aromas de cambio. Incluso un rumor, un cuchicheo. Hay una nueva consigna. Después de la tormenta y el castigo, llega el momento de la reconciliación. La commedia è finita. Juan Carlos ha blanqueado todo lo que tenía que blanquear y lo pueden empezar a repatriar poco a poco. Una repatriación sui géneris porque seguirá residiendo de manera fiscal en los Emiratos. El bolsillo antes que los sentimientos, claro. Dejarán que vaya volviendo a España asegurándose que no se descontrole como hizo el año pasado en Sanxenxo. Por eso le prohíben ir a la costa gallega con los amigotes. Este es el gran recelo con el patriarca Borbón, que vuelva a protagonizar un escándalo, o dos, o treinta. Con él no hay límites.
El emérito volverá a salir de Abu Dabi y tiene dos destinos prácticamente ligados: el españo y todavía desconocido, y el otro en Inglaterra. La coronación de Carlos III es su gran anhelo, una forma de volver a marcar paquete. Zarzuela le ha dado el ok, aunque algunas fuentes aseguran que le exigen que pida perdón públicamente. Uno "lo siento me he equivocado..." versión 2.0., un gesto de cara a la galería como el posterior a Botsuana, Corinna, la cacería de elefantes y el accidente que sufrió en una fiesta demasiado hidratada. No le costará hacer el papelón, ha vivido siempre así.
Sofía ante el retorno de su gran amor Juan Carlos: último intento
Zarzuela prepara la nueva visita de su antiguo inquilino, que solo ha pasado 11 horas en su interior desde hace más de dos años y medio. Se desconoce si en esta excursión habrá parada familiar, imaginamos que sí. Cuando menos porque la reina Sofía le está enviando mensajes en clave poco sutiles, pero que demuestran que espera como agua de mayo a su gran amor. La llama, por su parte, está muy viva. Lo ha visto en persona tres veces en un año, y en la agenda se presentan dos citas más. Pasar tiempo con su gran amor Juanito es un regalo del cielo que llega poco después de la muerte de su querido hermano Constantino II. No importa que el Borbón se comporte con ella como siempre, con dejadez y ramalazos despectivos. La devoción va antes que el orgullo.
La emérita vuelve a lucir el anillo de compromiso, desesperada
La griega es inasequible al desaliento, lema falangista del gusto del padrino Franco, quien la hizo reina de España. Será reina hasta el último día y también será esposa de Juan Carlos. Si ha tenido dudas y momentos de mandarlo a freir espárragos han pasado al olvido. Como cuando guardó en una caja fuerte el anillo de compromiso entregado de aquella manera por el emérito: lo lanzó por el aire al grito de "Sofi, cógelo" en septiembre de 1961. Un mes después de largarse a Abu Dabi desapareció de su mano, una pieza ostentosa de oro y rubíes redondos. No es el anillaco de Corinna de más de un millón de euros, pero tiene un gran valor para Sofía, que ahora vive una nueva segunda etapa de enamoramiento temprano. ¿Desesperada? Quizás sí. De momento ayer volvió a lucir en público la alianza durante una entrega de premios. Es un paso.
Conociendo a Juan Carlos, mejor no pasarse con las señales de humo. Que quizás se asusta y... pasa lo que pasa.