Muy pocas alegrías está teniendo la reina Sofía, de 85 años, desde que saliera de la Clínica Ruber de Madrid. Ya saben que allí pasó la mayor parte de la pasada semana, ingresada por una infección urinaria resistente y, reconozcámoslo, preocupante. A pesar de la buena salud histórica de la esposa de Juan Carlos, la edad y el ambiente que flota a su alrededor no invitan al optimismo. Abandonó el hospital para continuar el tratamiento en casa, pero sorprendía ver en su brazo la vía intravenosa. Un indicativo de la gravedad del caso, no admite discusión. Son medidas contundentes, y los médicos de Zarzuela se han hecho cargo.
La paciente evoluciona y ya tiene previsto salir de casa para asistir a eventos. Algunos le llaman "trabajar", a pesar de la ironía del término. Pero en todo caso, es una buena noticia desde el punto de vista humano: está mejor. Lo celebramos. Ahora bien, nos gustaría verle la cara cuando recibe noticias como la bomba que sacude a las casas reales europeas, el divorcio más sorprendente y que a Sofía le toca de muy cerca: el príncipe Nicolás de Grecia y Tatiana Blatnik se separan tras veinte años de amor, 14 de matrimonio y ni media sospecha de crisis o mal momento. Transmitían otra realidad. Cuando menos, a primera vista.
La Casa Real de Grecia sorprendía hace unas horas dando un paso adelante y emitiendo el comunicado mortuorio de una historia de amor, glamur y pompa. El hijo del difunto Constantino II avanza por la derecha a su primo Felipe VI, y toma oficialmente la decisión de romper su particular cuento de hadas con la venezolana. "El príncipe Nicolás y la princesa Tatiana han decidido disolver su matrimonio. Expresan la dificultad de la decisión, el profundo afecto y respeto que se tienen, y el amor con que han caminado juntos estos años". Hablan de la intención de una amistad sincera, y anuncian que seguirán viviendo y trabajando en Grecia, país donde se sienten como en casa. "La familia siempre estará a su lado", concluye el texto. Un mensaje que hace referencia, evidentemente, a sus tías con vida: Sofía e Irene, 'La Tía Pecu', consternadas por la noticia.
Nicolás y Tatiana fueron protagonistas de una historia de amor nacida en una fiesta de Navidad en la estación de esquí de los millonarios de Gstaad, en el año 2003. Siete años más tarde, boda a todo trapo y de película en Grecia, la primera de esta familia real después del exilio. Todo el mundo fue a aquel bodorrio en la isla de Spetses, era una ocasión única. Españoles, británicos, suecos, daneses... Después llegaría la mudanza a Grecia, país en el que nunca había residido a pesar de ser príncipe y heredero de la desaparecida corona, y allí han ido pasando los años sin ninguna señal que indicara este desenlace repentino. Pobre Sofía, ni un día tranquila. El maldito divorcio, ese que ella no osa mentar, siempre al acecho. ¿Quién será el siguiente? Cada vez quedan menos con el anillo de casado, la verdad.