Las fotos oficiales de la Familia Real por| el vigésimo aniversario de boda de Felipe VI y Letizia no salen de la cabeza de los aficionados a la crónica royal. Un material lanzado en tromba tiene que ser digerido lentamente, analizando cada detalle para situarse en la realidad que cada uno estime conveniente. Hay que está haciendo el pino puente desde la pasada medianoche, embelesado con tanta belleza, humanidad y grandeza de los protagonistas. Otros, capciosos por naturaleza, no se tragan la fábula edulcorada, encontrando información en cada píxel que reafirma el relato más desgarrador. Como que Felipe y Letizia es un matrimonio fallido que representa una farsa, o las urgencias de Zarzuela para elevar la figura de Leonor, la gran esperanza para remontar el vuelo. Unas prisas que provocan una víctima colateral: la infanta Sofía.
Sofía no será reina, su destino está prácticamente escrito. Solo un giro dramático de los acontecimientos alteraría este estatus. Un escenario que no se contempla, claro, de manera evidente. Por lo tanto, es la segundona. Y de manera directa, "justa", aquí no hay Ley Sálica ni un Juan Carlos despiadado anulando los derechos dinásticos de una primogénita. Vive a la sombra de su hermana mayor, eclipsada por el resplandor que se aplica a su figura. ¿Desde cuándo? La tendencia empezó hace tiempo. Una foto de hace un año ya acreditaba la discriminación: una es la mimada, la otra... no.
2023:
2024:
Aquel selfie (antes del estallido del escándalo Jaime Del Burgo) mostraba a una princesa bien maquillada y con gestos lo más favorecedores posible, y la otra con la cara limpia con agua y jabón, haciéndole compañía. Tenían 17 y 16 años, y ahora una es mayor de edad, dama-cadete del Ejército e hija predilecta de Zaragoza y de Aragón entero. La otra, de la misma edad que Leonor en aquella situación, está tan olvidada que del inventario oficial de regalos a los miembros de la Casa Real, 301 en total, solo dos tenían a la infanta como destinataria. La han "aparcado" en Gales, repitiendo la experiencia de Leonor. Ni siquiera puede ser original en este terreno. Y no hablamos de las intenciones de Felipe, de enviarla también a hacer la mili. Normal que la infanta se suelte en el Reino Unido. Allí es alguien. No la otra. Cuando está su hermana, siempre sale perdiendo. Y las fotos son evidentes.
Leonor aparece radiante en todas y cada una de las instantáneas. Siempre por encima visualmente e, incluso, de la misma estatura que su hermana, motivo de envidia legendario. La heredera también está diviiiiina en aquella titulada "preparada para los retos de la nación", mientras charla con su padre sin sonreír como un ángel a quien acompaña una luz divina y celestial. Un artificio, es evidente. Es producto de maquillaje, composición, retoque, edición, filtro beauty y todo el repertorio. Pero en el caso de su hermana Sofía, todo siempre parece, por decirlo de manera suave, natural. En cualquier país europeo con monarquía vigente, tendría tratamiento de princesa en los papeles, pero también en la imagen personal. Aquí no, es una infanta a quien no difuminan los granos y las cicatrices cutáneas con la misma dedicación que han utilizado para los demás. Si hasta Felipe parece tener los dientes blancos. Total, que nada cambia: Sofía, medalla de plata. Y acabada en mate.