Ciudadanos griegos, nostálgicos de la monarquía helena y miembros de varias casas reales europeas han pasado por Atenas para decir adiós a Constantino II, el último rey del país que murió la semana pasada con 82 años. La representación más nutrida, al margen de los familiares del fallecido, ha sido la española. Excepto la princesa Leonor y la infanta Sofía, ha habido overbooking de Borbones. Encabezaban la comitiva el rey Felipe y la reina Letizia, claro, aunque la persona más próxima a Constantino era su hermana Sofía, emérita de España. La griega ha ido a las exequias acompañada por su marido, Juan Carlos, del que vive separado como mínimo desde agosto de 2020, cuando se largó a Abu Dabi. Solo se han visto en dos ocasiones: durante la visita de fin de semana largo del emérito a Sanxenxo y Madrid (aunque ella quedó apartada al contagiarse de covid), y durante la despedida a la reina Isabel II de Inglaterra. Tanto tiempo sin estar juntos pasa factura.
Los veteranos monarcas no se han separado demasiado durante el evento fúnebre. Solo en dos ocasiones: cuando Sofía se sumaba a Felipe y Letizia en el cementerio de Tatoi, evitando la foto conjunta de padre e hijo, y en un momento determinado a la salida de la catedral metropolitana de Atenas. Mientras abandonaban el templo, y en medio del gentío que había a su alrededor, se ha producido un distanciamiento involuntario entre ambos. Sofía ha dejado atrás a su marido, como los ciclistas durante las carreras cuando hacen un sprint.
Momento incómodo cuando Sofía ha olvidado los problemas de movilidad de Juan Carlos
Un momento incómodo, sin dudas. La reina Sofía iba del brazo de un ayudante y bajaba los peldaños en dirección al vehículo que tendría que transportarlos hacia el siguiente destino. Ella, al cementerio. Él, al hotel, seguramente. La monarca iba bastante rápido, intentando evitar la aglomeración, olvidando por un momento los problemas de movilidad de Juan Carlos, que a duras penas puede caminar solo. Esto es lo que pasa cuando pierdes el contacto con alguien muy próximo, la memoria es frágil y lo que es más importante: aprendes a vivir sin el otro. Una pequeña alarma se ha encendido en la mente de Sofía. Ella, tan disciplinada en cuestiones de protocolo, sabía que alguna cosa fallaba. ¿"Los donuts"? No, su pareja, la que no ha ejercido nunca como tal pero a la que sigue unida oficialmente en matrimonio. La cara y el gesto eran un poema.
La reacción de Sofía: disimular mientras esperaba la llegada de Juan Carlos
Sofía es una profesional de la realeza, por eso ha intentado solucionar el problema haciendo aquello que tanto dominan en su oficio: frenar, sacar la manita y saludar al personal. Mientras lo hacía ganaba tiempo, el que necesitaba el Borbón para completar la distancia que los separaba a ambos. Una vez localizado ha respirado tranquila y ha continuado con el desfile hacia el coche, ahora sí sin perderlo de vista. Ahora bien, la escena es muy jugosa para los espectadores que no han perdido detalle de la jornada luctuosa en Grecia.
Don Juan Carlos y doña Sofía salen juntos de la catedral metropolitana de Atenas donde se ha oficiado el funeral de Constantino de Grecia
— Hablando Claro (@HablandoTVE) January 16, 2023
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Imaginamos a Sofía pensando: "Otra vez se me ha escapado". No sería la primera vez que le ha pasado algo similar. Ahora, con más de 80 años, eso sí, las cosas son diferentes.