La reina Sofía se ha llevado el trabajo a casa. No, no se trata de teletrabajo. Estas cosas modernas le cogen tarde, con 85 años. La expresión es literal: la única inquilina de la Familia Real que queda en la residencia de Zarzuela ha sido la anfitriona de una visita oficial que formaba parte de la agenda pública. Concretamente una representación del colegio de Guardias Jóvenes "Duque de Ahumada", un centro de formación de la Guardia Civil, con sede en Valdemoro (Madrid). La entidad celebra 50 años "de fidelidad a la bandera" y la encargada de darles la bendición ha sido la emérita, cada vez más recuperada de sus problemas de salud. Más, pero no del todo.

Hace un mes la esposa de Juan Carlos era ingresada de urgencia en la Clínica Ruber de Madrid, después de aquellos días frenéticos de funerales, bodas y encuentros desagradables con su marido. Una infección urinaria de carácter resistente provocaba una auténtica rareza: que Sofía necesitara curas médicas. Hay que bucear mucho en la hemeroteca para encontrar una situación similar. La royal helena conoce hospitales y médicos como visitante, no como paciente. A lo largo de su vida se ha hartado de ir a la habitación del Borbón, auténtica leyenda en términos médicos. Es el rey del quirófano. Afortunadamente, ella lo esquivó. Pero lo sintió de cerca. Y también, por extensión, la sombra de su detestado hombre.

Sofía sale de la clínica / EFE

Las secuelas de aquellos días parecen olvidadas, pero ha sido imposible no pensar en ellas tras ver la escena de la emérita en palacio, mientras recibía a la delegación militar y estudiantil del mencionado colegio. Al empezar a bajar las escaleras, un mal gesto, falta de equilibrio o un bajón de sus fuerzas la hicieron tambalearse. El fantasma de Juan Carlos, una vez más, se hacía presente. Incontables son los trompazos que se ha pegado a lo largo de su vida. Algunos en estados lamentables, en compañía prohibida y en actitud asquerosa, como la que le costó, en parte, la corona. Que Sofía se cayera de bruces rozó el poster, pero un brazo salvador obró el milagro. El de un guardia. El ángel de la guardia, en este caso. Y perdón por la broma.

Sofía tropieza en Zarzuela / GTRES
Juan Carlos cae / EFE

Leemos en 'Vanitatis' una teoría sobre este simulacro de caída de la reina Sofía, con un culpable claro: los zapatos. La griega contraprograma a su nuera Letizia: ahora que la mujer de Felipe VI tiene que llevar, quiera o no, zapato plano, su suegra ha empezado a utilizar tacones. En ningún caso como los de la asturiana, extremos y de consecuencias nefastas desde el punto de vista podológico, pero con una sensación diferente en el día a día: elevada y en tensión, en definitiva. Estos botines de color negro le complicaron el descenso hasta el punto de estar a punto de practicar salto base por primera vez en su historia. Hubiera sido un regalo de aniversario de bodas envenenado. No haría falta, no.

Sofía tropieza GTRES