Estos días de pandemia por el coronavirus, se están produciendo unas imágenes en las realezas europeas que todavía no hemos visto (ni difícilmente veremos) en los Borbones. Reyes holandeses con las hijas haciendo una cacerolada en honor a los sanitarios, príncipes ingleses sonrientes y enviando su calor y el de sus hijos, a la ciudadanía, vídeos grabados por los monarcas en el resto del país, sin el corsé que impone la corona y mostrándose próximos. La última, Rania de Jordania, íntima de Letizia.
En España, la trascendencia que se autoadjudican los monarcas es lamentable. Hacen el paripé de estar haciendo mucho trabajo para luchar contra la pandemia cuando lo único que hacen son videoconferencias con cara de pocos amigos.
Difícilmente veremos a Felipe y Letizia dejándose ir o mostrándose próximos con vídeos como los de sus homólogos europeos. Difícilmente enseñarán qué están haciendo sus hijas desde hace un mes. Difícil, pero no imposible. Lo que seguro que no veremos nunca es un vídeo como el que ha enseñado la familia real sueca.
Un vídeo en confinamiento, pasando la semana santa, como todo el mundo, separados. Pero un vídeo donde la familia real sueca ha demostrado estar muy unida. Y eso que los reyes Carlos Gustavo y Sílvia tienen hijas viviendo en Florida, como la princesa Magdalena. Son días de pasar juntos, pero por causa mayor no ha podido ser. Solución: hacer uso de las tecnologías. Una divertida videollamada grupal organizada por la hija mayor, Victoria, donde charlan los reyes con todos los hijos y las parejas y los nietos demostrando como de bien avenidos están:
Conmovedor... e imposible en España. Felipe debe rabiar mirando imágenes como estas. Él querría, pero no puede. ¿Por qué? Por qué Juan Carlos y Sofía se odian. Porque Juan Carlos y Felipe se odian. Porque Letizia y los suegros se odian. Porque Letizia y las infantas Elena y Cristina se odian. Porque el cuñado del rey está en la prisión por ladrón. Porque las hijas del rey viven en una burbuja. Porque los sobrinos del rey como Victoria Federica y Froilán prefieren ir de fiesta que quedar con la familia. Porque, en definitiva, los Borbones son una farsa.