El pasado mes de agosto la reina Letizia recibía una de las mejores noticias de los últimos años: su hermana Telma Ortiz acababa de ser madre por segunda vez. Una criatura nacida a raíz de su relación con el abogado irlandés Robert Gavin Bonnar, exmarido de una integrante del grupo musical 'The Corrs'. La noticia sorprendía, además, por la edad de Ortiz, 47 años. Pero para sorprendente, absurdo e incomprensible, el secretismo que rodea a la recién llegada, que le guste más o menos a la Telma forma parte de la familia de los reyes de España.
Del bebé sólo supimos que era una niña, que nació en Madrid y que era la tercera sobrina de Letizia, juntamente con la otra hija de Telma, Amanda Martín-Llop, y la polifacética Carla Vigo, hija de la desaparecida Érika. Nada más. Ya ni hablamos de ver ninguna fotografía de este nuevo miembro del círculo real, hasta que la revista 'Semana' ofreció en exclusiva unas instantáneas de la madre, la niña y la abuela Paloma Rocasolano de espaldas y bien lejanas.
Pues bien, han pasado los meses y, oficialmente y de cara a la opinión pública, la pequeña sigue siendo la única sin nombre en el universo monárquico. Una situación delirante: está bien cuidar la intimidad de los menores, claro, pero hay actitudes que rozan el ridículo más absoluto. La prima de sangre de la futura reina Leonor no tiene nombre. Lo esconden. ¿Por qué? Sólo lo saben Telma y Robert, su padre.
Sea como sea, el bebé no tendrá nombre, pero su álbum de fotos público empieza a engordar. Llegan con cuentagotas, pero llegan. El digital 'Chance' de Europa Press lo ha inmortalizado en exclusiva con su madre y el novio de su abuela Paloma, Marcus, el empresario irlandés (como Robert) con el que sale desde el verano pasado. Parece que la relación entre estos miembros de la familia es fantástica y que los abuelos (también el fichaje) se dejan la piel por el bienestar de la pequeña. Ahora bien, Telma mantiene la misma actitud arisca de siempre con la prensa. Hace aspavientos para taparse la cara, dejando a la criatura al descubierto. Afortunadamente el digital pixela la carita de la niña, que es lo que importa. Todo es muy confuso en esta familia.
Leonor tiene nombre, Sofía también tiene, Carla Vigo igual, incluso la adolescente Amanda. La quinta todavía no puede disfrutar de este privilegio. Quizás piensan que le robarán la identidad, o vete a saber qué.