Parece mentira cómo en pleno año 2024 todavía existan monarquías, pero así funciona la cosa. Es absolutamente surrealista que en pleno siglo XXI siga habiendo unos cuantos caraduras a quienes el resto de ciudadanos tiene que rendir pleitesía, ir haciendo genuflexiones a su paso y reírles las gracias. Gente que porque yo lo valgo, reciben todo tipo de atenciones, cuidados, demostraciones vasallescas y la pasta de los contribuyentes para que puedan seguir haciendo lo que les da la gana y, en algunos casos, pasarse toda la puñetera vida a cuerpo de rey, y nunca mejor dicho. Como los Borbones, especialistas en el noble arte de no pegar un palo al agua y pasarse la vida arriba y abajo, saludando al personal, haciendo visitas institucionales que no sirven para absolutamente nada y poniéndose hasta el quico de festín en festín. Y no comiendo un simple bikini, precisamente.
Solo hay que tomar el ejemplo más reciente, la visita de Felipe y Letizia a los reyes Guillermo y Máxima de Holanda, una semanita donde aparte de hacer el paripé visitando sitios, se han celebrado comidas multitudinarias en honor suyo donde los monarcas y el resto de invitados se han puesto las botas. Por ejemplo, en la cena que se regalaron Felipe y Letizia en Amsterdam, en palacio, el menú fue de traca: un menú compuesto de diez platos para ni más ni menos que 220 invitados, que no es moco de pavo. Y no comieron moco de pavo precisamente. Empezaron por un cóctel de cangrejo con espárragos y mousse de parmesano con vinagreta de langosta como entrantes, continuaron con un consomé de tomate y ñoquis de albahaca y cola de toro, seguido de diferentes tipos de cordero con polenta, berenjena y vegetales y para acabar de rematarlo, dos postres, cazoleta de caramelo con crema especiada y crumble con salsa de chocolate. Chim pum.
🇳🇱 Cena de Gala ofrecida por los Reyes de los Países Bajos en honor de los Reyes con motivo de su Viaje de Estado a Ámsterdam.
— Casa de S.M. el Rey (@CasaReal) April 17, 2024
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Pero si, como decíamos, ya es lo suficientemente vergonzoso la gran cantidad de gente que trabaja para que los reyezuelos estén bien servidos y satisfechos, ahora hemos sabido cuál es el trabajador que tiene el peor trabajo. Un trabajo que directamente remite a épocas pretéritas, más propias de la edad media que de hoy en día. Porque el programa de Telecinco Fiesta, presentado por Emma García, acaba de revelar una profesión de riesgo en torno a los Borbones, a raíz de su último viaje de estado a los Países Bajos. El mencionado programa ha añadido una medida de seguridad que "los monarcas deben acatar cuando se desplazan al extranjero, concretamente cuando comen fuera de las cocinas reales". Hay que tener poca vergüenza. Porque los que tienen que acatar la medida no son ellos, sino otros, que pringan.
🇳🇱 Almuerzo ofrecido por el viceprimer ministro de los Países Bajos, Rob Jetten, y el Rey Guillermo de los Países Bajos en la sala Trêveszaal del Binnenhof de La Haya.
— Casa de S.M. el Rey (@CasaReal) April 18, 2024
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¿De quién se trata? Un colaborador de Fiesta ha hecho público que "Siempre que tienen que comer comida fuera de palacio, hay un equipo real previo que lo prueba o prepara para evitar envenenamientos". Es decir, un tipo que va probando la comida por si han querido envenenar a los reyes. Y si ha sido así, que lo envenenen a él. De traca. Una cosa es, tal como reveló Lecturas hace unos días, "la reserva de sangre que la Casa Real debe llevar en cada viaje" porque el protocolo médico establece que "debe haber bolsas de sangre del grupo sanguíneo de Felipe y Letizia en cada viaje. El motivo: poder hacer uso de ellas de manera inminente en caso de necesitar una transfusión". Y otra bien diferente es que haya un trabajador que se ponga en riesgo de palmarla por ellos. Lo que decíamos, una poca vergüenza infinita.