Los reyes y sus hijas viven desde hace tiempo en la Zarzuela. Pero el Palacio Real es otra de las residencias oficiales que tiene Felipe por arte de magia. Actualmente se utiliza para ceremonias de Estado y actos solemnes y es el palacio real mayor de la Europa occidental. Y actualmente en el Palacio Real hay 61 trabajadores con discapacidades a cargo de una empresa, Integra, subcontrata de Clece (que a su vez, pertenece a ACS) haciendo largas jornadas laborales como asistentes de sala del palacio. Van uniformados con pantalón azul, camisa blanca y un lazo o corbata en el cuello. Se sitúan entre la escalera principal, el salón de Alabarderos, la salita de Carlos III, la cocina o la antecámara de los Stradivarius.

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Y según explica el diario El País, trabajan por encima de lo que está establecido en sus contratos, algunos, incluso, trabajando durante 243 horas en un mes, otros firmando su contrato cuando se les entrega el finiquito y son despedidos. ¿Qué dice la empresa? Que las largas jornadas "son consecuencia del horario de verano y luego se compensan con el de invierno, que es dos horas más corto". Quien tiene que pagar a estas personas no es la Casa Real, sino la empresa subcontratada. Pero tal como apunta con ironía el periodista de la Cadena SER, Jesús Sánchez, "Faltaría más que el administrador de Casa Real tuviera que revisar los contratos de la subcontrata del Palacio. Bastante tiene con gestionar los 8 millones que le da el Gobierno de turno. Gobierno que debe velar por los contratos del personal del Palacio".

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El artículo muestra a una serie de testigos, muchos de ellos que prefieren mantener el anonimato, que explican cosas como "Tras un mes y medio infernal y acabar cada día con la espalda como un ocho fui despedida".  O este otro: "Cuando Susana cobró la nómina de julio se sorprendió: 545 euros por casi 200 horas de trabajo en un mes: 'Flipé en colores. Me habían dicho que rondaría los 800'. Luego, fue despedida".  O todavía otra: "tengo que ir al baño las veces que haga falta, por prescripción médica, por lo demás puedo trabajar normal. Pero nadie me relevó cuando lo necesité, pese a pedirlo insistentemente. Al final me oriné encima. Me sentí humillada. ¿Cómo te crees que te sientes yéndote a casa oliendo mal?”. 16 personas con discapacidades de todo tipo (esclerosis, fibromialgia, artrosis degenerativa, ictus, discapacidades psíquicas, intelectuales o sensoriales), que ahora han unido fuerzas ante un "exceso de horas, escasos descansos y contratos que se firman en el momento en el que son despedidos".