La reina Sofía no estaba enamorada de Juan Carlos, tampoco él de ella. Juan de Borbón obligó a su hijo a casarse con la emérita. Estaba sola y era una oportunidad. Sin embargo, el exmonarca mantenía una relación con el amor de su vida, Olghina. El padre de Felipe VI le pidió a su novia que le dijese que le amaba y que no se casase con Sofía y lo dejaría todo. Ella le escribió una carta, pero Juan de Borbón la interceptó y la hizo desaparecer, nunca llegó a las manos de Juan Carlos, así que pensó que Olghina nunca le quiso. La madre del rey estaba enamorada de Harald de Noruega, pero la relación no funcionó.
Harald de Noruega y la reina Sofía eran grandes amigos, a la emérita le hubiese gustado casarse con él, pero éste no estaba enamorado. Su corazón correspondía a otra mujer. La reina Federica fue la encargada de presentarlos. Hizo todo lo posible para que ambos coincidiesen y se conociesen hasta que terminasen enamorados. Federica se llevó a su hija a Noruega en 1958. Llegó a invitar al príncipe Corfú para que los jóvenes navegaran solos y juntos por aguas del Mediterráneo.
Fue Olaf V de Dinamarca quien hizo todo lo posible para que ese matrimonio no se efectuase, principalmente porque el Parlamento griego no autorizó la dote de 50 millones de francos que pedía para acceder al compromiso.
Sonia amenazó con suicidarse
Harald está felizmente casado con Sonia. Este verano cumplirán 55 años casados. Ambos se conocieron a los 15 años en un campamento de verano. Él era el príncipe heredero, ella la hija de un comerciante. Durante la primera década mantuvieron el romance en secreto.
Una joven Sonia estudió Diseño de Moda y trabajó como costurera, amplió sus estudios sobre el mundo de la confección en Suiza y se matriculó en varios cursos de Historia del Arte. Harald confesó su romance a Olaf al cumplir la mayoría de edad. Con tal de impedir esa relación, envió a su hijo a estudiar fuera del país, donde conoció a otras princesa europeas, como Sofía.
Sonia estaba enamorada de Harald y no podía ver como flirteaba con la princesa helena, así que amenazó al príncipe con suicidarse. Es en ese momento cuando Harald dio un golpe sobre la mesa y le dejó bien claro a su padre que “o me caso con Sonia Haraldsen o renuncio a mis derechos dinásticos”. Aceptó y se casaron. Una boda que tuvo lugar el 29 de agosto de 1968 en la sencilla catedral de Nuestro Salvador del siglo XVII.
"Sabes mejor que nadie lo que siento, tanto ahora como en el pasado. Y mejor que nadie entiendes lo que este momento significa realmente”, fueron las palabras de Harald de Noruega en el banquete.