El rey Felipe ha tenido un fin de semana de aquellos que le gustan: con mucho tufo de rancio, muy intenso, desfile interminable, sacando el polvo al traje militar y a las medallitas, con la cabra por allí, todo lleno de militares, mucha banderita española y muchos palmeros llenando las calles y la zona próxima al último acontecimiento que ha presidido. ¿Cuál? El Día de las Fuerzas Armadas. Las calles de Oviedo, patria de su mujer Letizia, al lado suyo, con zapatillas en los pies, se han llenado de soldaditos españoles y mucho españoles, como diría M. Rajoy. Toda la caspa imaginable y golpecitos en espaldas de qué buenos somos.
Muchos vecinos patriotas, monárquicos y borbónicos, y más desde que una de las suyas, Letizia, unió su vida a Felipe, se han acercado a la zona donde se ha hecho todo el paripé, con gente en la calle o en los balcones de los diferentes pisos de los edificios próximos a la zona. Todos los edificios con vistas a la avenida Hermanos Menéndez Pidal, donde se encontraba el grueso del desfile, viendo el show desde los balcones y colgando banderitas de España, o la asturiana. ¿Todos? No. Un valiente, una rara avis, un verso libre, a un palmo de Felipe, en sus morros, ha colgado otra bandera justo delante de la tribuna desde la cual los reyes iban viendo el desfile marcial. Una bandera que ha visto Felipe y que seguro que se le han ido los ojos hacia aquel piso en más de una ocasión. Estas eran la mayoría de las banderas que se veían...:
Tal como se ha fijado el Huffington Post, en una fachada, uno de los vecinos se ha pasado por el forro la unanimidad cromática con la banderita rojigualda, cosa que destacaba más en medio del paisaje que se veía, con la mayoría de ventanas engalanadas con el rojo y amarillo de la bandera española. Porque tal como dicen, "ha presenciado el izado ha decidido ir a contracorriente. En lugar de seguir la tendencia de sus vecinos, ha optado por colocar una bandera republicana". Bravo por él. Ole, tú. Una escena que ha provocado que en cero coma, los hiperventilados monárquicos montaran en cólera y le dijeran de todo y de muy malas maneras. También ha habido, pero, muchos otros que han aplaudido con las orejas:
Un valiente.