La familia real monegasca siempre ha guardado numerosos secretos. Su vida, sus historias de amor, sus infidelidades, sus trágicas muertes, sus divorcios. Todo lo relacionado con los Grimaldi siempre ha sido un misterio. Y aunque durante los últimos años parecen estar más tranquilos (a pesar de que Charlene y su estado de salud sigue dando mucho de qué hablar), ahora se rumorea que la que siempre estuvo con ella y le enseñó todo fue la institutriz 

Debido a la ausencia constante de Rainiero y Grace Kelly en la vida de sus hijos, los tres hermanos Grimaldi se refugiaron en su niñera, Maureen Wood. “Fue la figura clave de nuestras vidas. Cuando éramos pequeños, probablemente estábamos más cerca de nuestra niñera que de nuestros padres”, recordó la princesa de Hannover. De hecho, la cercanía con su niñera era tal que apenas notaban la ausencia de sus padres durante sus múltiples viajes fuera de Mónaco durante todo el año. Pero sí extrañaban a su institutriz durante sus vacaciones de verano.

Carolina explica que la relación con sus padres no era idílica y que tanto ella como su hermano, el príncipe Alberto, estaban muy unidos a la que era su niñera, Maureen Wood, con quien pasaban la mayor parte del tiempo. De hecho, la relación con la institutriz era más cercana que la tenían con sus padres. La princesa Carolina reveló que, cuando Maureen se iba del Palacio, ella y su hermano Alberto le gritaban desconsoladamente: “¡no te vayas, no te vayas!”, y explicó que se ponían tan tristes ante la ausencia de su niñera que, en muchas ocasiones, la princesa Grace Kelly tuvo que llamar a Wood para que regresara de sus vacaciones antes de la fecha prevista.

La vida de los jóvenes príncipes no solo estuvo marcada por la ausencia emocional de sus padres, sino también por las exigencias de su posición real. Desde muy temprana edad, Carolina y sus hermanos tuvieron que aprender a lidiar con el intenso escrutinio mediático y las constantes apariciones públicas. Esta exposición constante generaba una presión inmensa sobre los niños, quienes debían mantener una imagen impecable en todo momento. La educación en el palacio, aunque privilegiada, también contribuía a su aislamiento, limitando sus interacciones sociales a un grupo selecto de niños de familias influyentes de Mónaco. La imagen idealizada de Grace Kelly como madre, 42 años después de su muerte. Si bien la princesa Grace fue indudablemente una figura pública admirada, su enfoque en la crianza de sus hijos, que incluía castigos físicos no fue la mejor para sus hijos. 

Maureen King fue la figura materna y paterna de Carolina de Mónaco

En este contexto de distanciamiento parental, emergió una figura crucial en la vida de Carolina y sus hermanos: Maureen King, su niñera inglesa. Esta joven cuidadora se convirtió en el pilar emocional de los niños Grimaldi, ocupándose de todos los aspectos de su vida diaria. "Teníamos más contacto con nuestra niñera que con nuestros padres", reveló la princesa de Hannover. La importancia de Maureen en la vida de los príncipes era tal que su ausencia durante sus vacaciones anuales causaba gran angustia en los niños.

Carolina de Mónaco no veía ni pasaba mucho tiempo con sus padres

De acuerdo con las declaraciones de Carolina de Mónaco, tanto ella como sus dos hermanos, Alberto y Estefanía, solo podían ver a sus padres 3 veces al día, y no era algo que sucedía diariamente, dado que los príncipes monegascos debían cumplir con una serie de compromisos de su agenda oficial que no le permitían encargarse personalmente del cuidado de sus hijos. Además, también reveló que hasta los 14 años no se les permitió sentarse en la misma mesa para comer junto a sus padres, de modo no pudieron desarrollar una relación cercana con sus progenitores.