La relación entre la infanta Elena y su hija Victoria Federica pasa por una crisis de difícil solución. El malestar se ha instalado en esta familia, porque la hermana de Felipe está harta del comportamiento y estilo de vida de la joven de 22 años. Vic ahora es influencer, socialité y estrella de los photocalls y las alfombras rojas. Ha convertido su pasión por la juerga, el faranduleo y la moda en su ocupación a tiempo completo. Tanto es así que, según confirmaron hace algunos días en Telecinco, ha enviado sus estudios universitarios a hacer puñetas. Nunca ha sido una alumna modélica, ni aplicada, ni constante. Pero al menos continuaba matriculada en el elitista centro universitario de raíces norteamericanas, cursando Marketing y Comunicación. Si los compañeros de la Marichalar Borbón la veían poco, ahora directamente no la verán más. Elena saca fuego por la boca.
El clima entre madre e hija se ha enturbiado de forma radical. Lejos quedan ahora aquellas tardes de toros y banderita española al lado de Isabel Díaz Ayuso. Elena no está de acuerdo con la deriva vital de su criatura, no tanto por su exposición pública nocturna, más bien por la imagen que proyecta siendo una nini de manual. Y si al menos fuera educada, no diera la nota día sí, día también, y mantuviera un perfil bajo, pues quizás la cosa podría arreglarse de forma tranquila y civilizada, pero la realidad es diametralmente opuesta. En las antípodas, de hecho. Tanto que Elena se está comiendo más de una bronca familiar y real po la actitud de su parejita, Vic y Froilán. Con lo que le gusta pasar por este trance.
Las vías de comunicación directas parecen rotas, pero eso no quiere decir que no haya mensajes más sutiles, con mala idea y realmente delirantes. Victoria parece tener una jeta digna de exhibirse en un museo. Sólo hay que echar una ojeada a su cuenta a Instagram, donde encontramos una nueva imagen luciendo un modelito venenoso... y un mensaje con sabor en sopapo. "Don't kill my vibe", escribe la sobrina de Felipe VI, que en castellano vendría a decir "no me cortes el rollo". Lo hace vestida con un jersey (los entendidos le llamarán cardigan) que parece muy normal, pero en la situación actual tiene su miga. La inspiración de la pieza en cuestión es de alumna universitaria americana, con números gigantes y parches de este estilo. Tiene bemoles la cosa: ha esperado a dejar la facultad para vestirse como una de ellas. Una humillación como una catedral.
Este vestuario es también llamativo por otro motivo. Sólo hay que repasar el histórico de la fototeca de Victoria Federica. Cuando iba a clase lo hacía con bolsos de Louis Vuitton de miles de euros, cuando el 95% de los alumnos llevan una mochila para cargar libros, cuadernos y apuntes. Un detalle que demuestra que sólo hacía postureo, que estudiar le importaba un rábano. Sabe que tiene la vida resuelta por sus apellidos, y no se esconde. Lo que decíamos, mucha cara.
Victoria Federica, como Letizia: habla a través de la moda. Al final resultará que son mucho más semejantes de lo que podríamos pensar.