Envidia. Pura envidia. Victoria Federica Marichalar ha escogido a un mal compañero de viaje. Otro, en realidad. Los tiene a espuertas. Y lucen mucho más que las virtudes que sus amigos y fanáticos tratan de argumentar cuando toca sacarle la cara en público, intervenciones que a menudo se giran en contra de la defendida. Por ejemplo, eso de ser vaga, impuntual y tacaña. Pero hoy toca hablar del tercer pecado capital, que tendría que preocupar mucho a una persona tan devota y creyente (cuándo le conviene). La influencer Vic es muy envidiosa. No puede ver cómo aquellos que la rodean triunfan, sobre todo si los afortunados son de la familia. La Familia Real. Bien, ella es una oveja negra con mayúsculas en la saga borbónica y se le aplica un cordón sanitario bien visible, pero no faltan motivos. La tienen calada. Y claro, eso desata el rencor.
Hace más o menos un mes asistíamos a un hecho sorprendente en Zarzuela: sorprendente porque las obsoletas técnicas de comunicación de la Casa Real habían condenado a la institución a vivir en el siglo XX. Hablamos de abrir una sencilla cuenta en Instagram, imaginen la proeza. Lo acaban de hacer, aunque lleguen 10 años tarde a la cita, y de manera intrascendente y pobre. Pero cuando menos, tienen una herramienta actual para promocionarse y acercarse al público. La cuenta acumula más de 200.000 seguidores, cifras no demasiado despampanantes, pero van sumando. Entre ellos, sin embargo, no está nuestra protagonista. Se le habrá pasado por alto, con tanto Ibiza, tantas copichuelas en el chiringuito y tantos ligoteos. O quizás no. Quizás es premeditado, con ganas de dejar bien claro que pasa olímpicamente de los tíos y las primas reales. Ella es de Juan Carlos, el resto le importa un rábano. Quien paga manda.
Decimos que estamos seguros de que no se trata de un lapsus, porque el digital 'Monarquía Confidencial' revela precisamente el supuesto entusiasmo de la Victoria con la apertura del perfil de Casa Real. "Es muy fan de los contenidos", sentencian, aunque "no sigue la cuenta. Se muestra muy activa en redes, donde refleja viaje que realiza con amigos, o las pasarelas a las que acude, pero no se ha mostrado igual en relación al nuevo perfil abierto por la Casa Real". Hizo un par de likes el primer día, y nunca más. Parece que la competencia le hace temblar las piernas: comparar el impacto y trayectoria en cuestiones de followers la deja en una situación penosa. 288.000 fieles, pero años de picar piedra. La adelantarán por la derecha en un abrir y cerrar de ojos. Tanto postureo no ha servido de nada, no eres la número 1. En eso tampoco.
Hay otros motivos para el gesto despectivo de la criatura a la empresa matriz de la que se nutre desde que llegó al mundo, y es que en la cuenta oficial de Casa Real ella, Froilán y Juan Carlos son auténticos fantasmas. Igual que no haya entendido el enunciado; tampoco que no pinten nada en Zarzuela, pero se deban a la causa. En todo caso, se ofrece una explicación peregrina para justificar esta actitud: "Lo hace para evitar especulaciones y comentarios que puedan ser utilizados en los medios de comunicación de forma negativa. Pero sí ha confesado a su entorno más íntimo que se declara 'fan' de los contenidos". Se puede tener cara, y después está esta excusa. En fin. Que no madura. No hay manera.