Recientemente se ha publicado un libro imprescindible si quieren saber más cosas sobre los Borbones y sus interioridades. Una publicación de la periodista de Vanitatis Sílvia Taulés donde se nos acerca especialmente a las vidas de los jóvenes de la familia, a los hijos de las infantas Elena y Cristina, y donde por ejemplo hemos sabido cuál es la relación, a menudo tirante, entre Juan Urdangarin y su padre Iñaki. Se trata de Los sobrinos del Rey, editado por Ediciones B, y en él se explican detalles inéditos y desconocidos de los sobrinos de Felipe, y de rebote, de los nietos de Juan Carlos, de quien hemos sabido ahora, leyendo sus páginas, algún comportamiento con tufo a naftalina, dando lecciones de comportamiento y buenas maneras, de ejemplaridad. Manda huevos, que diría aquel, que un tarambana, protagonista de escándalos y polémicas de todo tipo, vaya haciendo de yayo ejemplar diciendo qué está bien y qué no está bien hecho.
Es especialmente jugoso lo que explica de Victoria Federica. El verso libre de los Borbones, siguiendo la estela de su hermano mayor Felipe Juan Froilán de Todos los Antros, que se pasa la vida de jarana en jarana, desfiles de modas, fiestas, yates y a vivir la vida. La hija pequeña de la infanta Elena y Jaime de Marichalar, ahora está hecha toda una it girl, una mujer adulta que no para de publicar imágenes con looks atrevidos, muy diferentes de los modelitos fifis de sus primas la princesa Leonor y la infanta Sofía. Una Vic, como la conocen los amigos, que por sus gustos estéticos ha tenido a menudo la vocecilla adoctrinadora de su abuelo Juan Carlos diciéndole qué hacía mal con respecto a su imagen.
Juan Carlos y Victoria Federica GTRES
Se explica en el libro de Taulés que el abuelo Juan Carlos siempre ha querido meter baza, "responsable de la mayor parte de sus gastos y también de sus vidas", y que "la presencia del Rey emérito en la vida de estos jóvenes es definitiva". Definitiva y un poco insistente, con muchas llamadas, especialmente, cuando ha visto cosas que le han chirriado o directamente no le han gustado de los looks de su nieta. Por ejemplo, cuándo la ha visto con las cejas pintadas de un color llamativo: "Si aparece con las cejas pintadas de rosa, al poco rato recibe una llamada de su abuelo para preguntarle qué era eso. Un abuelo tradicional que no entiende a su nieta en numerosas ocasiones. Lo normal, diríamos, si no fuera porque quien se pintó las cejas de rosa fue Victoria de Marichalar para un ‘evento’ y porque la llamada la realizó el rey Juan Carlos I desde Abu Dabi para advertir a la joven". Se lee que al yayo "no le gustaba el camino que estaba tomando y menos que lo hiciera con una imagen totalmente alejada de lo que se espera de una royal".
Y otra cosa que detesta Juan Carlos: "Y esa mano, siempre en el bolsillo, se lo habrán dicho en la agencia que la ha contratado como modelo, pero es de lo más vulgar, no es propio de una grande de España"... Juan Carlos, que le parece mal que su nieta se ponga siempre la mano en el bolsillo... Claro está, él prefiere poner la mano en la caja o en cuerpos de otras mujeres que no sean su mujer Sofía... Juan Carlos, hipocresía en grado máximo. Una Victoria Federica de quien la autora también revela un curioso objeto que la acompañaba a todas partes, de pequeña, hasta que se hizo mayor: "Era un calcetín, una prenda que de bebé usaba para dormirse, abrazándolo y acurrucándose con él, y que la acompañó, envejecido y roto, durante toda su infancia. Dejó de ser un bebé, pero cuando tenía sueño, cuando tenía miedo o cuando algo de su alrededor no le gustaba, Victoria se abrazaba a esa prenda. Un calmante, un recuerdo de una lejana infancia feliz que se había ido para siempre”.