¿En qué trabaja Victoria Federica? Mejor dicho: ¿trabaja? Esta es la pregunta que nos asalta cada vez que vemos a la sobrina de Felipe VI en su cotidianidad, que acostumbra a ser en dos situaciones: o de fiesta o de mala leche caminando por la calle. Lo decimos por la exhibición de lujo que va dejando a su paso: todo lo que lleva encima proviene de la Milla de Oro de Madrid, cosa que choca con su situación de parada a efectos administrativos. Bueno, quizás ni eso, porque para ser un parado has tenido que trabajar antes. Y da la impresión de que no, más allá de cobrar por ir a photocalls, alfombras rojas y jaranas de todo tipo. La hija de la infanta Elena y Jaime de Marichalar no se priva de nada. Es una privilegiada porque siempre habrá alguien que paga sus facturas. Unas con muchos ceros.
Tener esta suerte de haber nacido en una familia con prebendas medievales no hace que la joven de 21 años demuestre alegría, ni simpatía, ni siquiera cierta cordialidad. Más bien todo lo contrario, todavía es más altiva y con un humor de mil demonios. Todos le molestamos, excepto celebrities, 'pijos' como ella y algunos famosetes de pasado televisivo. El resto somos... lo que somos. Especialmente los periodistas, que los detesta. Herencia de madre y padre, que ya sabemos cómo tratan a los informadores. Ahora bien, que ella tenga este carácter no hace que la prensa la mande a hacer gárgaras. Al revés: siguen alabándolos y haciéndoles la croqueta, como señalarla como la nueva it-girl de las españas, incluso birlándole la cartera a la reina Letizia. Hace unos días, mientras paseaba con su novio-disc-jockey-guardaespaldas Jorge Bárcenas asistimos a una nueva clase magistral de falta de educación y actitudes perdonavidas. Un clásico.
Volvamos a la cuestión del dinero y del trabajo. Vic nos recuerda aquella canción de los años 50 de Lilian de Celis, 'La chica del 17', que decía "de dónde saca, pa tanto como destaca". De dónde lo saca parece que lo tenemos todos bastante claro. En cuanto al tema de destacar, haremos un ejercicio de análisis del look de la nietísima de Juan Carlos I en esta escena captada por los fotógrafos hace menos de una semana. El festival de piezas de miles de euros es antológico, aunque no sorprenda demasiado viniendo de alguien que puede permitirse alquilar pisos de 5.000€ al mes o que va a la facultad no con mochila, sino con un bolso de Louis Vuitton. Esta marca es su debilidad. Se entiende porque su padre Jaime ha "trabajado" como consejero de la empresa. Tiene bolsos de todos los tamaños: el que sale en la instantánea es uno de 1.300€, como explican en Vanitatis. Ahora bien, no es lo más valioso del outfit de Victoria Federica. Hay otra pieza mucho más cara, casi obscena.
Hablamos de sus pantalones tejanos azules estampados, que son también de luisvi y por los que tienes que pagar 2.000€ para meter las piernas en su interior. Son un legado del difunto director creativo de la marca Virgil Abloh, fallecido con 41 años, y que revolucionó el concepto de moda de calle de este imperio del lujo más bien antiguo y recargado. Hemos dicho bien, sí, 2.000 euros. Como las bicis de Urdangarin, vaya. En esta familia todo va de dos (mil) en dos (mil). Al lado de los jeans, el jersey parece de mercadillo, porque sólo cuesta 545. Una ganga. Hagan números: ya estamos tocando los 4.000€ en total. Pero tranquilos, porque seguro que los supera con creces: la imagen no permite ver qué calzado había escogido, pero no desentonará. Total, una fortuna por salir a poner mala cara (con mascarilla facha marca de la casa) a todo el mundo que se le cruce por el camino. Y con su chico opositando a gorila de discoteca, cuando en teoría se dedicaba a pinchar discos. Se ve que si sales con una Marichalar tienes que aprender a hacer de todo, ya ves tú.
El armario de Victoria Federica es de otro mundo: allí los billetes se reproducen por arte de magia. Cosas de la sangre azul. Española, para más señas.