La afición de Victoria Federica por la barbarie de los toros friega la obsesión enfermiza. La sangre la excita, sentada desde su localidad VIP y gratis total. Por no pagar no paga ni las almohadillas, tacaña total. El tema de la excitación va más allá, le provoca mariposas y fuegos interiores. Dos de sus grandes amores son toreros; Gonzalo Caballero y Andrés Roca Rey. El más conocido es el peruano, triunfa más y los empresarios lo quieren en todos los "festivales". En los grandes, la Feria de San Isidro en Madrid, y en los no tan grandes, en Valladolid. Los dos escenarios donde el tándem torero-groupie royal ha hecho tour estos días. Y dónde han dejado patente su forma de ser, especialmente la nieta de Juan Carlos. Y es un drama.
El estreno en Las Ventas nos dejó una situación absurda pero muy propia de ella. La nueva chica-anuncio y supuesta reina de las influencers mundiales protagonizó un show patético en el exterior de la plaza, cuando no era capaz ni de decir "buenas tardes" ni "todo bien gracias" a periodistas, aduladores y mirones presentes en la zona. En vez de estas u otras fórmulas cordiales y de mínima educación, optaba por hacerse la angustiada, girar como una peonza sin sentido y pronunciar dos palabras tan pueriles como penosas: "¿Qué hago?" Aquello fue una declaración de intenciones, no pasaría desapercibida en ningún momento. Y está cumpliendo.
El tour torero y amoroso de Vic, conexión Madrid-Valladolid-Lima
Después de Madrid visitó Valladolid para una nueva ejecución pública de animales indefensos. No había ni empezado la cosa y ya teníamos pollo, gracias al mencionado episodio del "no quiero pagar" versión Victoria Federica. Instantes después, Roca Rey saltaba al ruedo. La enamorada no le quitaba el ojo, acompañada de una amiga que hacía de carabina. Una mirada intensa, pero mucho. Se pasó un poco y provocó una perturbación en la fuerza: el toro lo pilló y le fue de un pelo. El susto de Vic rozaba el drama, como podemos ver en fotografías de la revista Lecturas. Si somos sinceros, sin embargo, la más afectada era la colega, con una semblanza bastante impactante a Carmen Borrego. La Marichalar Borbón quizás estaba demasiado impactada por la situación del peruano; finalmente se tapaba la cabeza con las manos mientras los compañeros del matador se lo llevaban en volandas. Pero fue una falsa alarma. No le pasó nada y volvió para acabar el trabajo. Para matar al animal.
Victoria Federica, problema con una oreja ensangrentada en la mano
Se ve que lo hizo tan bien que los "entendidos" en esta práctica sádica y subvencionada con dinero públicos le otorgaron un premio: la oreja del toro. Le amputaron el apéndice y lo entregaron al verdugo, que prefirió regalarlo a Victoria Federica ante todos los asistentes. El souvenir sangriento fue colocado en un pañuelo de color blanco y lanzado a la interfecta, que volvió a demostrar una capacidad oratoria tan limitada como pijotera. Tenía un problema entre manos, "¿y qué hago con la oreja, tía?" Pues tú sabrás: "Manolete, Manolete, si no sabes torear, ¿pa' qué te metes?". Finalmente la endosó a la amiga, qué generosidad. Quizás se ha hecho un caldo o algo. O la ha disecado. A saber.
Victoria Federica, tía, qué fuerte todo.