Victoria Federica ha acabado el fin de semana con la lengua fuera. Hecha caldo, revenada. Fundida. Ha cogido la cama de su piso de 2 millones de euros con unas ganas inusitadas, y mira que ella es experta en un trance: las resacas. Aquello de 'noches alegres, mañanas tristes.' Un resacón del quince, para entendernos, cosa que encaja bastante bien tras la victoria de su querido Real Madrid. El éxito blanco fue la guinda extra de la juerga del sábado por la noche, convocada por Pablo Motos y su productora, para celebrar el final del rodaje del programa 'El Desafío'. Todo el mundo estaba muy contento. Ella, la primera, ya no tendrá que hacer ver que trabaja. Y el resto, porque la perderán de vista. Una alegría que valía la pena celebrarla con una copa. Como las de la Terelu Campos.
No tenemos pruebas, pero tampoco dudas, de que el desenfreno de la hija de la infanta Elena se alargó durante muchas horas. También que el exceso de hidratación hizo que al día siguiente todo costara muuucho. Incluso que, en algún momento, se arrepintiera incluso de su agenda de recreo interminable y nada original: de la discoteca a los toros, de los toros al restaurante, del restaurante a la discoteca. Vic se reunía con su cuadrilla para volver, por enésima vez, a ver en acción a su amadísimo Andrés Roca Rey, en este caso en la localidad de Aranjuez. La estampa de la royal, un drama. Y un cuadro.
La royal y su compi inseparable Rocío Laffón eran un eccehomo. La segunda fue captada echando una siestecita en el palco, mientras que la Federica reflejaba una cansancio más que notable en todos y cada uno de sus gestos. Mueca asimétrica, torcidas las gafas (la exchica-anuncio no las lleva casi nunca, aunque es evidente que las necesita, tiene los tics típicos), bostezos incipientes, postura corporal de 'mátame camión'. Y un pequeño detalle: la conjunción nada favorecedora de los calcetines y las zapatillas deportivas. La combinación de formas geométricas parecían un disfraz, desluciendo hasta el extremo el traje diseñado por su prima Mónica Coronel de Palma Marichalar. Fatal. Un espectáculo que no acababa aquí: la salida fue de traca.
Vic se está especializando en fichar a escoltas para ocultarla cuando "se encuentra mal". Unos días atrás era Tana Rivera, hija del torero ultra y Eugenia Martínez de Irujo, quien montaba un show patético a las puertas de un restaurante. Y hace unas horas era un tipo fortachón y repeinado quien hacía de pared humana para evitar que la prensa se acercara a la criatura. Si este señor es guardaespaldas, público o privado, o un machaca espontáneo es un enigma, pero que su cara está por todas partes no tiene discusión. Y todo por la manía de colocarse haciendo de pantalla de la royal de manera descarada y nada discreta, intentando disimular la gran resaca. El resultado ha sido deficiente y ridículo. Qué sorpresa, ¿verdad?
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